En la Audiencia General de este miércoles 15 de diciembre el Papa Francisco alentó a imitar el ejemplo de San José, hombre de silencio, para evitar hablar mal del prójimo, porque quien calumnia "es homicida".
"Jesús lo dijo claramente: quien habla mal del hermano y de la hermana, quien calumnia al prójimo, es homicida, asesina con la lengua. Nosotros no creemos en esto, pero es la verdad, pensemos un poco las veces que nosotros hemos asesinado con la lengua, nos avergonzaremos, pero nos hará mucho bien, mucho bien", advirtió el Papa.
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En esta línea, el Santo Padre invitó a aprender de San José "a cultivar espacios de silencio, en el que pueda emerger otra Palabra, es decir, Jesús, la Palabra: la del Espíritu Santo que habita en nosotros".
Sin embargo, el Papa reconoció que "no es fácil reconocer esta Voz, que muy a menudo se confunde junto a los miles de voces de preocupaciones, tentaciones, deseos, esperanzas que habitan en nosotros; pero sin este entrenamiento que viene precisamente de la práctica del silencio, puede enfermarse también nuestro hablar".
"Sin la práctica del silencio se enferma nuestro hablar. Esto, en lugar de hacer que brille la verdad, el hablar se puede convertir en un arma peligrosa. De hecho, nuestras palabras se pueden convertir en adulación, vanagloria, mentira, maledicencia, calumnia. Es un dato de experiencia que, como nos recuerda el Libro del Eclesiástico, 'muchos han caído a filo de espada, mas no tantos como los caídos por la lengua'".
En esta línea, el Papa recordó la Carta del apóstol Santiago que "desarrolla este antiguo tema del poder, positivo y negativo, de la palabra" con ejemplos que ilustran que "de una misma boca proceden la bendición y la maldición".
Importancia del silencio
De este modo, el Santo Padre señaló que "el silencio es importante" y recordó un pasaje del Libro de la Sabiduría que se lee pensando en la Navidad que describe que "cuando la noche está en el más profundo silencio, allí tu Palabra descendió a la tierra".
"En el momento de más silencio, Dios se manifestó. Es importante pensar en el silencio en esta época en la que, parece que, no tiene valor", afirmó.
Luego, el Papa destacó que "los Evangelios no relatan ninguna palabra de José de Nazaret. Nada. Nunca ha hablado. Eso no significa que él fuera taciturno, no, hay un motivo más profundo" y citó las palabras de San Agustín "cuando el Verbo de Dios crece, es decir el hombre hecho hombre, las palabras del hombre disminuyen".
"En la medida en que Jesús, la vida espiritual crece, las palabras disminuyen. Esto que podemos llamar 'el hablar como loros', disminuye un poco", dijo.
En este sentido, el Santo Padre recordó a San Juan Bautista que fue "voz que clama en el desierto" y que invitó a "preparar el camino del Señor" quien dijo sobre el Verbo "es preciso que Él crezca y que yo disminuya".
Imitar silencio de San José
Al reflexionar en el silencio de San José el Pontífice advirtió que "José con su silencio nos invita a dejar espacio a la Presencia de la Palabra hecha carne, a Jesús" y explicó que "el silencio de José no es mutismo, no es taciturno; es un silencio lleno de escucha, un silencio trabajador, un silencio que hace emerger su gran interioridad".
"Jesús creció en esta 'escuela', en la casa de Nazaret, con el ejemplo cotidiano de María y José. Y no sorprende el hecho de que Él mismo busque espacios de silencio en sus jornadas e invitará a sus discípulos a hacer tal experiencia: 'Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco'".
Por ello, el Santo Padre animó a imitar el ejemplo de San José para "recuperar esta dimensión contemplativa de la vida abierta de par en par precisamente por el silencio" y a no tener miedo al silencio.
"Todos nosotros sabemos por experiencia que no es fácil: el silencio nos asusta un poco, porque nos pide entrar dentro de nosotros mismos y encontrar la parte más verdadera de nosotros. Y muchas personas tienen miedo del silencio, deben hablar, hablar o escuchar radio, televisión, pero no pueden aceptar el silencio, tienen miedo", advirtió.
De este modo, el Papa citó al filósofo Pascal que dijo que "toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa: el no saber quedarse tranquilos en una habitación".
"Este es el motivo por el cual debemos aprender de José a cultivar el silencio: ese espacio de interioridad en nuestras jornadas en las que damos la posibilidad al Espíritu de regenerarnos, de consolarnos, de corregirnos. No digo el caer en un mutismo, no, silencio".
Luego, el Santo Padre señaló que "muchas veces, cada uno de nosotros mire en el interior, muchas veces estamos haciendo un trabajo y cuando terminamos inmediatamente a buscar el celular para hacer algo más, siempre estamos así… y esto no ayuda, esto nos hace deslizar en la superficialidad".
"La profundidad del corazón crece con el silencio. Silencio que no es mutismo como he dicho, pero que da espacio a la sabiduría, a la reflexión y al Espíritu Santo. No tengamos miedo a los momentos de silencio, no tengamos miedo, nos hará mucho bien."
En esta línea, el Papa invitó a guardar silencio para pronunciar "palabras fecundas cuando hablemos" y agregó que San José "unió la acción al silencio" porque "él no ha hablado, pero ha hecho, y nos ha mostrado así lo que un día Jesús dijo a sus discípulos: 'No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial'".
"Silencio, hablar lo justo, morderse un poco la lengua, que hace bien algunas veces, en lugar de decir estupideces", advirtió el Papa.
Oración a San José
Finalmente, el Santo Padre concluyó con una oración a San José:
"San José, hombre de silencio,
tú que en el Evangelio no has pronunciado ninguna palabra,
enséñanos a ayunar de las palabras vanas,
a redescubrir el valor de las palabras que edifican, animan, consuelan, sostienen.
Hazte cercano a aquellos que sufren a causa de las palabras que hieren,
como las calumnias y las maledicencias,
y ayúdanos a unir siempre los hechos a las palabras. Amén".