En su “Carta a los Sacerdotes con ocasión del Jueves Santo de 2004”, el Papa Juan Pablo II llamó a los presbíteros del mundo a promover las vocaciones sacerdotales por medio del testimonio de vida, especialmente entre los acólitos.
El Pontífice comienza la carta, disponible en italiano, inglés, francés, español, alemán, portugués y polaco señalando que “este contacto epistolar que tiene un carácter especial de hermandad por la participación común en el Sacerdocio de Cristo, se sitúa en el contexto litúrgico de este día santo, marcado por dos ritos significativos: la Misa Crismal por la mañana y la Misa in ‘Cena Domini’ por la tarde”.
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El Santo Padre reflexiona sobre el carácter del Jueves Santo y afirma que es el día en que “hemos nacido como sacerdotes” y también el día en que se instituyó la Eucaristía.
El Papa se refiere luego a la “apostolicidad de la Eucaristía”, el sacramento “confiado por Cristo a los Apóstoles y transmitido por ellos y sus sucesores de generación en generación”.
“La Eucaristía, como el Sacerdocio -prosigue-, son un regalo de Dios ‘que supera radicalmente el poder de la asamblea’”.
El Pontífice pide luego a los fieles que recen para que “no falten sacerdotes en la Iglesia”, y mientras observa que en algunas partes del mundo hay escasez de presbíteros, “gracias a Dios, en otras partes, está despuntando una prometedora primavera vocacional”.
El Papa subraya luego que la fidelidad de los sacerdotes, su adhesión a Cristo, su amor por la Eucaristía y su comportamiento similar al de Cristo, contribuirán a llamar “nuevos obreros a la viña”.
“Junto con otras iniciativas –continúa el Papa-, cuidad especialmente de los monaguillos, que son como un ‘vivero’ de vocaciones sacerdotales”.
Juan Pablo II señala en efecto que “el grupo de acólitos, atendidos por vosotros dentro de la comunidad parroquial, puede seguir un itinerario valioso de crecimiento cristiano, formando como una especie de pre-seminario. Educad a la parroquia, familia de familias, a que vea en los acólitos a sus hijos ‘como renuevos de olivo’ alrededor de la mesa de Cristo, Pan de vida”.
El Papa insiste al respecto diciendo: “Aprovechando la colaboración de las familias más sensibles y de los catequistas, seguid con solicitud al grupo de los acólitos para que, mediante el servicio del altar, cada uno de ellos aprenda a amar cada vez más al Señor Jesús, lo reconozca realmente presente en la Eucaristía y aprecie la belleza de la liturgia”.
“Todas las iniciativas en favor de los acólitos –agrega además,- organizadas en el ámbito diocesano o de las zonas pastorales, deben ser promovidas y animadas, teniendo siempre en cuenta las diversas fases de edad”.
“No olvidéis –dice luego el Santo Padre- que los primeros ‘apóstoles’ de Jesús, Sumo Sacerdote, sois vosotros mismos: vuestro testimonio cuenta más que cualquier otro medio o subsidio”.
“En la regularidad de las celebraciones dominicales y diarias, los acólitos se encuentran con vosotros, en vuestras manos ven ‘realizarse’ la Eucaristía, en vuestro rostro leen el reflejo del Misterio, en vuestro corazón intuyen la llamada de un amor más grande. Sed para ellos padres, maestros y testigos de piedad eucarística y santidad de vida”, concluye el Papa.
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