La Junta directiva de la Conferencia Cubana de Religiosos y Religiosas (CONCUR) expresó su indignación por el hostigamiento y amenazas del régimen cubano hacia Sor Nadieska Almeida Miguel, superiora de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, cuando caminaba por las calles de La Habana el 15 de noviembre (15N).
“A la hermana Nadieska Almeida, superiora de las Hijas de la Caridad, le querían prohibir ayer salir de su casa. Un grupo de ‘civiles’ y una representante del Partido Comunista la abordaron amenazándola sin explicaciones. Ella protestó y salió a caminar aunque ‘vigilada’ por ellos”, denunció la CONCUR en la noche del 16 de noviembre.
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“Hacemos pública nuestra indignación por este y otros atropellos, nuestro apoyo a ella y a todas las personas que vivieron diferentes agresiones. Creemos firmemente que, lastimándonos unos a los otros no podremos construir el futuro que todos queremos, la Patria que sea la casa común para todos los cubanos”, continuó el grupo de religiosos.
El 15N debió realizarse la gran “Marcha cívica por el cambio”, que buscaba repetir las multitudinarias, pacíficas e históricas manifestaciones del 11 de julio en Cuba. Sin embargo, medios cubanos independientes informaron que las ciudades de la isla fueron ocupadas por miembros de la Policía, del Ministerio del Interior y las Brigadas de Respuesta Rápida (fuerzas paramilitares) para evitar que los ciudadanos salgan de sus hogares.
Los religiosos y religiosas de Cuba también denunciaron “como un acto humillante y una violación a los Derechos Humanos, el retorno de los actos de repudio y el asedio sistemático a los que muestran cualquier sentido crítico con el Gobierno”.
“Conocemos y apreciamos la trayectoria de sor Nadieska y el servicio que las Hijas de la Caridad ofrecen desde hace más de un siglo y medio a los más necesitados de este país. Oramos al Señor, en esta fiesta de San Cristóbal, patrono de La Habana”, concluyeron.
El autor cubano Abraham Jiménez Enoa, que vive en el Vedado, barrio de La Habana, escribió el 16 de noviembre en The Washington Post que “el terror neutralizó las protestas en Cuba, pero la lucha no ha terminado”.
“A una cantidad aún no cuantificada de cubanos y a mí, el régimen nos ha puesto en prisión domiciliaria para que no participemos en las protestas pacíficas convocadas”, denunció.
Además del caso de sor Nadieska Almeida Miguel, otros miembros de la Iglesia Católica sufrieron hostigamiento desde el lunes 15 de noviembre.
El 16 de noviembre, el sacerdote Rolando Montes de Oca, de la Arquidiócesis de Camagüey, denunció que fue seguido por un auto de color gris mientras se dirigía a la casa parroquial ubicada en el municipio de Vertientes.
El “Areópago Cubano: Pensamiento Social de Inspiración Cristiana” denunció que el presbítero, “desde ayer [15N], ha tenido guardia operativa vigilando su vivienda y dicho auto recogió esta mañana a los guardias que lo vigilaban en la esquina de su casa y le siguió en las múltiples vueltas sin sentido que el padre dio para confirmar que le seguían”.
Asimismo, el P. Alberto Reyes, quien pertenece a la misma arquidiócesis, fue víctima de un acto de repudio el 15N que simpatizantes del régimen realizaron en las afueras del Arzobispado de Camagüey. Previamente, el P. Reyes había sido amenazado con ir a cárcel si salía a manifestarse pacíficamente.
El pasado 15 de noviembre, el sacerdote jesuita Eduardo Llorens, miembro del clero de la Arquidiócesis de La Habana, dijo que las autoridades cubanas también habían amenazado al P. Kenny Fernández, párroco de Madruga, en La Habana; y al P. Castor Álvarez, quien ya había sido detenido durante las manifestaciones de julio.
Según el Centro de Denuncias de la Fundación para la Democracia Panamericana (FDP), un área de esta ONG con sede en Florida, encargada de visibilizar los casos de abusos y persecución en Cuba, desde el 15 de noviembre a la fecha se ha contabilizado 108 detenidos y 133 personas vigiladas en varias ciudades de la isla.