En un artículo publicado parcialmente por el diario El Universal –y a cuya versión completa tuvo acceso ACI Prensa-, el Padre Paulino Toral pidió a los críticos de cine que emitan opiniones circunscritas a su campo y no intenten “definir cosas que no les tocan”.
En el texto, titulado “Puntualizaciones sobre la película La Pasión de Cristo”, el sacerdote recuerda que “el crítico de cine no está en condiciones de dudar si Cristo Jesús realmente padeció como se ve en la obra de Gibson. Del mismo modo, un crítico de arte, escribiendo sobre un cuadro de la última cena, no debe meterse a hablar de si es posible que Cristo transformara el pan en su cuerpo y el vino en su sangre”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Para el sacerdote, “la pasión, muerte y resurrección de Cristo deben ser analizadas, en último término, desde la fe”.
“Así como médicamente es imposible que un hombre realmente muerto, reviva, y, sin embargo, según la Biblia, Cristo resucitó, es muy posible que médicamente el cuerpo humano no pueda resistir lo que Jesús resistió, y sin embargo, según las Escrituras, Él fue realmente masacrado”.
El sacerdote explicó que “la Biblia habla en los dos Testamentos de los sufrimientos de Jesucristo con términos impresionantes, tal como se ve en este film. Por ejemplo, Isaías (737 a. C), en su poema del Siervo Sufriente de Yahvé (Is 52, 12 - 53,13) dice que Jesús estaba ‘tan desfigurado que no tenía aspecto humano’”.
“Que Jesús fue ferozmente flagelado como muestra la película, lo afirma toda una tradición teológica y espiritual. Sin ir más lejos, en 1997, antes del rodaje de ‘La Pasión de Cristo’, un teólogo escribía: ‘Pilatos tuvo la torpe idea de mandar flagelar a Jesús, con el fin de mover a compasión a las turbas enfurecidas. Jesús fue azotado por romanos o mercenarios y éstos no tenían límite. Dependía de la resistencia de los condenados (F. Fernández Carvajal, "Vida de Jesús")”.
Según el Padre Toral, “en una película sobre la crueldad con la que fue tratado el Hijo de Dios, ha de aparecer necesariamente crueldad, sangre, latigazos, heridas y dolor. Una película es violenta si intenta divertir ofreciendo escenas de sangre, brutalidad, saña, y dureza; explotando así los bajos fondos de la naturaleza humana. La Pasión no intenta divertir, sino hacernos reflexionar para elevarnos hacia lo más bueno, lo más bello, lo más verdadero y lo más noble que le es dado experimentar al ser humano: el Amor de Dios”.
“En ‘La Pasión de Cristo’, la crueldad con Jesús es sólo el telón de fondo oscuro en el que brilla la ternura, la paciencia, la mansedumbre de Jesús y su madre”, indicó.
Asimismo, recomienda que los menores que razonan y son conscientes de su fe, vayan a ver la película porque “en cualquier momento de la vida las imágenes de La Pasión pueden ser un instrumento de la gracia divina”.
Se queda corta
“Salir de la sala diciendo que Gibson ha exagerado es no saber qué se entró a ver. Como si un fanático del fútbol entrara equivocadamente a un teatro donde se presenta El Lago de los cisnes y saliera protestando: ¡Qué partido más aburrido!”, explicó el sacerdote.
“La Pasión debe ser vista con el mismo espíritu con que fue hecha: con fe. La Pasión fue hecha con fe y para la fe. En el fondo, no está en juego si estamos o no de acuerdo con La Pasión de Mel Gibson, sino si creemos o no creemos en la Pasión de Jesús de Nazaret. Los que salen del cine diciendo: ¡Qué carnicería! ¡Qué exageración! demuestran que no la vieron con el corazón y sí, lamentablemente, sólo con los ojos”, agregó.
Para el sacerdote es clave la actitud al salir de la sala de cine. “En otras películas, sales con la pena de que el protagonista sólo es un simple personaje de ficción; en ‘La Pasión de Cristo’, el protagonista está vivo, y lo puedes encontrar a la salida del cine y en la Eucaristía, en la oración diaria y en la vida”.
“Por esto, es necesario que, una vez que hayamos visto la cinta - permítanseme los neologismos bárbaros -, la ‘despeliculicemos’ y tras ‘historificarla’ -sucedió, efectivamente en un momento de la historia - la ‘existencialicemos’ como la más poderosa razón para tomarnos en serio el amor a Dios y el amor a los hombres”, concluyó.