Durante la Audiencia General de este miércoles 10 de noviembre, el Papa Francisco recordó la memoria litúrgica de San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia, y alentó a invocar su intercesión para vivir "la fe con alegría y ser testigos serenos del amor del Señor".
En su saludo a los fieles de lengua italiana, el Santo Padre destacó que San León Magno "consagró su existencia a la defensa y a la difusión de la verdad evangélica".
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"Que por su intercesión, vivan su fe con alegría y sean testigos serenos del amor del Señor", afirmó el Papa.
San León Magno nació en la región italiana de Toscana alrededor del año 390. Llegó a ser secretario de los Papas San Celestino y Sixto III. Este último lo envió, en el año 440, como representante en una misión diplomática en la Galia, con el objetivo de evitar el enfrentamiento entre dos autoridades imperiales: el jefe militar de la provincia, Aecio, y el tribuno consular de aquella región, Albino. Fue precisamente durante el cumplimiento de este encargo que León recibió la noticia de que había sido elegido Sumo Pontífice.
Como sucesor de Pedro, León destacó por ser un gran pastor, atento a las necesidades de su grey, fervoroso predicador en las fiestas litúrgicas y prolífico escritor de cartas a los cristianos de las periferias de Occidente. De él se conservan numerosos sermones escritos y misivas, consideradas auténticos tesoros doctrinales.
Durante sus años de pontificado, el santo trabajó incesantemente por la unidad e integridad de la Iglesia, y luchó contra numerosas herejías como el "nestorianismo" (que afirma que en Jesús había dos personas separadas, una divina y otra humana), el "monofisismo" (que cree que en Cristo solo hay naturaleza divina), el "maniqueísmo" (que dice que el espíritu del hombre es de Dios y el cuerpo del demonio) y el "pelagianismo" (que sostiene que el pecado original no es tal y por lo tanto la redención se obtiene por mérito individual, sin necesidad de la gracia, haciendo inútil la redención de Cristo).
La tradición señala a León como un pontífice lúcido y muy sabio, al punto que todos reconocían su autoridad, incluso quienes ostentaban el poder secular.
San León I murió el 10 de noviembre de 461, ya con el apelativo de "Magno" (El Grande) ganado por su amor al pueblo, en honor a su sabiduría y por su grandeza espiritual. Fue canonizado más de mil años después, en 1574.