El Papa Francisco deseó este 1 de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos, una feliz fiesta "en la compañía espiritual de todos los Santos" y expresó su cercanía espiritual a quienes visitan estos días los cementerios para rezar ante las tumbas de sus seres queridos.

Así lo dijo el Santo Padre a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus.

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Después de sumarse espiritualmente a quienes en estos días van a rezar ante las tumbas de sus seres queridos en cada parte del mundo, el Papa anunció que el 2 de noviembre visitará el cementerio militar francés de Roma para "rezar por el sufragio de todos los muertos, en particular por las víctimas de la guerra y la violencia".

Previamente, el Santo Padre envió dos mensajes a través de su cuenta oficial de Twitter @Pontifex_es con ocasión de la Solemnidad de todos los Santos.

En primer lugar, el Pontífice advirtió que los santos sostienen al mundo "no con las armas del dinero y del poder, sino con las armas de la oración".

 

 

Luego, el Papa escribió "¡Bendito sea Jesucristo, único Salvador del mundo, junto a ese inmenso florecimiento de santos y santas que pueblan la tierra y que han hecho de su vida una alabanza a Dios¡".

 

 

En su reflexión previa al rezo del Ángelus, el Papa señaló que "la santidad no es un programa de vida hecho solo de esfuerzos y renuncias, sino que es ante todo el gozoso descubrimiento de ser hijos amados por Dios. No es una conquista humana, es un don que recibimos: somos santos porque Dios, que es el Santo, viene a habitar nuestra vida", destacó el Papa.

Asimismo, el Santo Padre indicó que "la alegría del cristiano, por tanto, no es la emoción de un momento o simple optimismo humano, sino la certeza de poder afrontar cada situación bajo la mirada amorosa de Dios, con la valentía y la fuerza que proceden de Él".

En esta línea, el Papa destacó que "los santos, incluso en medio de muchas tribulaciones, vivieron esta alegría y la testimoniaron" porque "sin alegría, la fe se convierte en un ejercicio riguroso y opresivo, y corre el riesgo de enfermarse de tristeza".

Finalmente, el Santo Padre invitó a preguntarnos "¿somos cristianos alegres? ¿Transmitimos alegría o somos personas aburridas y tristes con cara de funeral?" porque "¡no hay santidad sin alegría!".