El Senado italiano rechazó la tramitación del proyecto de ley contra la homofobia conocida como "DDL Zan".
En una votación que tuvo lugar el miércoles 26 de octubre en el Aula del Palazzo Madama, que acoge la sede del Senado, 154 senadores han votado a favor de la moción que pedía bloquear la tramitación de la ley y 131 senadores votaron en contra.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El recorrido de la Ley pasó su primera prueba con la aprobación en el Congreso el 4 de noviembre de 2020.
La aprobación de esta ley por parte de los diputados motivó una nota verbal del Vaticano al Estado Italiano en la que señalaba que la ley Zan, por el legislador del Partido Demócrata y activista LGBT, Alessandro Zan, que la impulsó, atentaba contra el Concordato entre el Estado italiano y la Santa Sede.
La nota verbal emitida por la Santa Sede causó un roce diplomático con el Estado italiano, pues se interpretó como una intervención del Vaticano en la soberanía italiana.
Sin embargo, en una entrevista concedida a L'Osservatore Romano, el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, señaló que en la nota verbal "no se ha solicitado, de modo alguno, bloquear la ley. Estamos contra cualquier actitud o gesto de intolerancia o de odio hacia las personas por motivo de su orientación sexual, pertenencia étnica o credo".
Por el contrario, el Secretario de Estado indicó que "nuestra preocupación tiene que ver con los problemas interpretativos que podrían derivar en caso que fuese adoptado un texto con contenidos vagos e inciertos, que terminaría por trasladar a la etapa judicial la definición de qué es delito y qué no, sin darle a los jueces los parámetros necesarios para distinguirlo".
En opinión del Cardenal Parolin, el problema con la ley Zan es que consagra un concepto de discriminación "demasiado vago", de forma que, "en ausencia de una especificación adecuada se corre el riesgo de reunir las más diversas conductas y hacer punibles cualquier distinción entre hombre y mujer, con consecuencias que podrían ser paradójicas y que en nuestra opinión deben evitarse ahora que estamos a tiempo".
La ley Zan, en su artículo 1, preveía el establecimiento de una "Jornada nacional contra la homofobia, la lesfobia, la bifobia y la transfobia", lo que haría que las instituciones eclesiásticas se vieran obligadas a organizar actos e iniciativas para celebrarla.
La ley abría la puerta a la imposición de la ideología de género en las escuelas, también en las católicas. Incluso la defensa de la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer podría ser considerado una "fobia" y, por lo tanto, perseguida, en virtud de la ley, ahora bloqueada.
En ese sentido, en la nota verbal del Vaticano, se indica que "algunos contenidos del proyecto de ley reducen la libertad garantizada a la Iglesia Católica en temas de organización, de público ejercicio de culto de ejercicio del magisterio y del ministerio episcopal".
Esa libertad está garantizada pro el Concordato, donde se señala que "la República italiana reconoce a la Iglesia Católica la plena libertad de desarrollar su misión pastoral, educativa y caritativa, de evangelización y santificación".
También reconoce "a la Iglesia Católica la libertad de organización, de público ejercicio de culto, de ejercicio del magisterio y del ministerio espiritual además de la jurisdicción en materia eclesiástica".
Tras conocerse el resultado de la votación de este miércoles rechazando la ley, el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Gualtiero Basseti, difundió un comunicado en el que señala que "el resultado de la votación en el Senado sobre la DDL Zan confirma lo que se ha subrayado en varias ocasiones: la necesidad de un diálogo abierto y sin prejuicios, en el que la voz de los católicos italianos pueda contribuir a edificar una sociedad más justa y solidaria".
Además, señaló que "una ley que pretende combatir la discriminación no puede y no debe perseguir el objetivo con la intolerancia. Entre la aprobación de una normativa ambigua y la posibilidad de una reflexión directa con un debate franco, la Iglesia siempre estará del lado del diálogo y de la construcción de un derecho que garantice a cada ciudadano el objetivo del respeto recíproco".