El Obispo de La Guaira (Venezuela), Mons. Raul Biord, resaltó el trabajo que ha venido realizando la Iglesia en favor de los más necesitados y subrayó que la crisis que vive el país ha acercado a las personas a Dios.
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) recordó que Venezuela sufre "una terrible crisis económica desde hace más de quince años" que ha llevado a casi siete millones de personas a dejar el país.
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"Es una auténtica 'hemorragia' de jóvenes y una pérdida de futuro. Venezuela sufre una hiperinflación descontrolada. A comienzos de octubre, el gobierno quitó una vez más seis ceros a la moneda, en pocos años ya le han quitado 14 ceros al bolívar", lamentó la fundación.
ACN remarcó que esta tragedia afecta a los más pobres que "ven reducidos cada vez más sus pocos ingresos, mientras aumenta el hambre y la falta de oportunidades".
Mons. Biord señaló que frente a esta situación la Iglesia en el país ha buscado estar cerca de las personas, para socorrer a los "más necesitados a través de diferentes programas de alimentación".
"Hay niveles altísimos de desnutrición en niños lactantes y madres embarazadas. A los más pequeños se les mide el peso, la talla y la circunferencia muscular de los brazos, a los que se les diagnostica estado de desnutrición se les atiende con multivitaminas y con alimentos", agregó.
El Prelado indicó que también se cuenta con "numerosos comedores populares en las parroquias, dispensarios y centros de salud parroquiales, donde millares de voluntarios están socorriendo diariamente a los más vulnerables".
Además, remarcó que la grave crisis sanitaria que se vivía por la "falta de medicinas", el "éxodo de médicos y enfermeras", el "deterioro de los hospitales" y la "ausencia de un auténtico sistema público de salud" se vio agravada por la pandemia de COVID-19.
"Ahora, estamos en una tercera ola y en una fuerte curva de aumentos de los contagios y muertes, incluidos 43 sacerdotes", lamentó.
Mons. Biord indicó que ante la situación la Iglesia se ha puesto "al servicio de los más necesitados y de los contagiados del virus" y resaltó la necesidad de apoyo "para renovar los equipos y para contar con las medicinas que requieren nuestros enfermos".
"Para nosotros es importante lograr la solución de los problemas del país, para detener la migración masiva que nos empobrece aún más, pues la mayoría de los migrantes son jóvenes. Si se lograran las condiciones adecuadas, no solo los venezolanos sino todos los migrantes regresarían a sus lugares de origen, pues para todas las gentes no hay mejor país que el propio", agregó.
La situación de los migrantes
El Prelado indicó que son cerca de siete millones los venezolanos que han tenido que dejar el país, la "migración más numerosa de la historia moderna realizada en menos de una década".
"La vida de todo migrante es siempre difícil y dolorosa. La gente no deja su país porque quiere, sino huyendo del hambre, de la violencia, de la guerra, de la falta de condiciones dignas de vida, de la pérdida de futuro", lamentó.
Mons. Biord resaltó que el "pueblo venezolano es profundamente religioso, cree en Dios, tiene una gran devoción por la Virgen María en sus distintas advocaciones, siente la cercanía del beato José Gregorio Hernández, médico de los pobres".
"De las pocas cosas que caben en la maleta del migrante venezolano es la fe en Dios. Al llegar a los nuevos países buscan a la Iglesia Católica", indicó.
Asimismo, resaltó que los migrantes han sido acogidos con cariño por la Iglesia, donde se les está brindando ayuda a "través de los programas sociales de Cáritas" y remarcó que algunos obispos han señalado que "muchas de sus parroquias se han renovado pastoralmente con la contribución y participación de los migrantes venezolanos".
"Nos alegramos por ello y pedimos a todas las diócesis que los valoricen y los integren en sus comunidades. Como aconteció con la primera comunidad cristiana (cf. el capítulo 8 de los Hechos de los Apóstoles), la diáspora de los discípulos permitió que creciera la Iglesia por el anuncio del Evangelio de los migrantes", agregó.
El trabajo espiritual en Venezuela
Mons. Biord indicó que a la Iglesia la mueve "el amor de Cristo y el ardor por anunciar el Reino de Dios" y subrayó que es en el Señor que encuentra la "fuerza espiritual para actuar como cristianos en la realidad social y económica que nos toca vivir".
"Nuestras comunidades cristianas viven la situación desde la fe en Dios, encontrando fuerza y resiliencia para seguir adelante ante los muchos problemas", añadió.
El Prelado resaltó que las Cáritas parroquiales buscan integrar creyentes y no creyentes y remarcó que "la 'vía de la caridad social' ha logrado que muchos alejados de la fe regresaran a la comunidad", pues en "el servicio han reencontrado a ese Dios que se hizo buen samaritano y nos invita a seguirlo en esa vía".
También indicó que en medio de todo el sufrimiento han florecido nuevas vocaciones sacerdotales y resaltó que son "numerosos los jóvenes que están respondiendo positivamente a la llamada de Dios de ser pescadores de hombres, sembradores de esperanza".
"En el seminario de mi diócesis, La Guaira, este año hay 56 seminaristas de varias diócesis especialmente de la provincia de Caracas", agregó.
Mons. Biord remarcó que "una de las tareas más importantes, en las parroquias y comunidades religiosas, es ayudar a mantener la esperanza, como hizo la Virgen María al pie de la cruz".
El Prelado subrayó que el Señor no abandona en las necesidades, más bien, "da la fuerza para luchar" y señaló que "al compartir la Palabra de Dios y al organizarnos para servir a los más pobres, construimos esperanza y encontramos una fuerza que nos anima a seguir adelante con fe y creatividad".
"Estamos para servir al pueblo, especialmente a los más pobres. Nuestro papel y compromiso consiste en ser una presencia que aporte luz a la situación desde el Evangelio", agregó.
Finalmente, hizo un llamado a los fieles a que se acuerden de los pueblos que más sufren y los tengan presentes en la oración y la cooperación "para seguir acompañando a los pobres en sus necesidades".
Necesitamos la "colaboración para que los sacerdotes y religiosas podamos quedarnos entre el pueblo, para que las iglesias consigan su mantenimiento mínimo y los centros sociales, esperanza de los pobres, donde compartimos el pan no tengan que cerrar", concluyó.