El Papa Francisco advirtió sobre lo que considera el "peor mal" que puede ocurrir en la Iglesia, con el que además se abren las puertas a la acción del diablo en la vida de las personas.
"No olviden que el peor mal que puede ocurrir en la Iglesia es la mundanidad espiritual. Puedo decir que casi parece peor que un pecado, porque la mundanidad espiritual es ese espíritu muy sutil que toma el puesto del anuncio, de la fe, del Espíritu Santo", dijo hoy el Papa en la audiencia con las religiosas que participan del 24° capítulo de las Hijas de María Auxiliadora.
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A las religiosas que están en el capítulo que se realiza del 11 de septiembre hasta el 24 de octubre sobre el tema "Comunidades generadoras de vida en el corazón de la contemporaneidad", el Santo Padre les recordó lo que decía el teólogo y sacerdote Henri de Lubac en las últimas cuatro páginas de su libro "Meditación sobre la Iglesia".
El Papa Francisco recordó que el sacerdote "dice esto que es fortísimo: la mundanidad espiritual es el peor mal que puede ocurrir en la Iglesia, peor que el escándalo en los tiempos de los Papas concubinarios. Es fuerte. El diablo entra en las casas religiosas por este camino".
"Jesús nos enseña cómo entra el diablo aquí y nos dice: 'Cuando el espíritu inmundo es expulsado de una persona, se va, da vueltas por el desierto, se aburre y dice: 'Volveré a mi casa para ver cómo está'. Una casa limpia, bella, preparada. Y va, y encuentra siete peores que él y entra en esa casa. Pero no entra a la fuerza, no, entra educadamente, tocando el timbre, dice 'buenos días'. Son diablos educados y no nos damos cuenta de que están entrando".
El Papa explicó que "así entran lentamente y nosotros: 'Ah, qué bello, ven, ven'. Y al final la condición del hombre es peor que al inicio. Así sucede con la mundanidad espiritual".
Entonces, continuó el Papa Francisco, se tienen "personas que han dejado todo, han renunciado al matrimonio, a los hijos, a la familia, y terminan –perdonen la palabra– 'solteronas', es decir mundanas, preocupadas por las cosas… y el horizonte se cierra porque dicen 'esta ni siquiera me ha mirado, esta me ha insultado, etc.' Los conflictos internos que nos cierran. Por favor, huyan de la mundanidad espiritual".
El Papa también les pidió a las religiosas huir "del estatus" y examinarse en esto, para que no dejen de ser mujeres consagradas a Dios convirtiéndose en "señoritas educadas".
Francisco recordó luego lo que decía San Juan Berchman: "Mi mayor penitencia es la vida comunitaria". Al respecto, el Pontífice dijo que ciertamente "se necesita mucha penitencia para tolerarse una a otra, pero estén atentas a la mundanidad espiritual".
"La mundanidad es ese espíritu que te lleva a no estar en paz o con una paz no bella, una paz sofisticada. Para ustedes consagradas esto requiere la fidelidad creativa al carisma, y por esto deben volver siempre al carisma", que no "es una reliquia" sino "una realidad viva".
Entonces, continuó el Papa Francisco, "la gran responsabilidad es colaborar con la creatividad del Espíritu Santo para revisitar el carisma y hacer que exprese su vitalidad en el hoy. De esto deriva la verdadera 'juventud', porque el Espíritu hace nuevas todas las cosas".
El Papa también alentó a las Hijas de María Auxiliadora a cuidar de los ancianos y nunca aislarlos; y comentó la importancia de que las consagradas jóvenes atiendan y aprendan de las mayores.
Como ejemplo recordó que Santa Teresita de Jesús cuidaba a una anciana "neurótica" que apenas podía caminar en el convento. La santa la cuidaba siempre sonriendo.
"Una vez, pasando del coro al refectorio, se escuchaba desde fuera bulla, se oía la música de un baile, era una fiesta cerca. Y Teresita dijo: 'nunca cambiaré esto por eso'. Había comprendido la grandeza de la vocación y con ello el respeto a los ancianos".
El Santo Padre alentó a las religiosas a volver a sus orígenes. "¡María Auxiliadora las ayudará, son sus hijas! Sus palabras en las Bodas de Caná han sido y son un faro de luz para vuestro discernimiento. 'Haced lo que Él os diga'. María es la mujer atenta, plenamente encarnada en el presente y solícita, una mujer presurosa".
"De ese modo podrán estar en atenta escucha de la realidad, afrontar situaciones de necesidad, cuando falta el 'vino', es decir la alegría del amor y llevar a Cristo, no con palabras sino en el servicio, en la cercanía, con compasión y ternura".
Tras animarlas a emprender esta misión con el estilo salesiano que las caracteriza, el Papa Francisco agradeció a las religiosas por el encuentro y por todo lo que hacen.
"Soy cercano a ustedes y las bendigo junto a todas sus hermanas en el mundo. ¡Y les pido rezar por mí, no es fácil ser Papa!", concluyó.