La Iglesia en Polonia recordó que hoy se conmemora al beato sacerdote y mártir Jerzy Popieluszko, un "ardiente pastor de la clase trabajadora y del servicio de salud", que fue torturado y asesinado por agentes de la dictadura comunista polaca en 1984.
"Entre 1980 y 1984 celebró las 'Santas Misas por la patria' en la iglesia San (Estanislao) de Kostka en Varsovia. Fue asesinado en 1984 por oficiales del servicio de seguridad", refiere el episcopado polaco en su cuenta de Twitter.
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Jerzy Popieluszko nació el 14 de septiembre de 1947 en el seno de una familia humilde, en un pequeño pueblo del noreste de Polonia.
Siendo seminarista resistió la "reeducación socialista" a la que fueron sometidos todos los seminaristas durante los dos años de servicio militar obligatorio y se convirtió en un líder espiritual y moral entre sus compañeros.
Tras su ordenación sacerdotal el 28 de mayo de 1972, acompañó a los estudiantes de medicina de Varsovia como capellán y al personal sanitario como sacerdote responsable de esta área de la pastoral de la salud en Varsovia.
En agosto de 1980 comenzó su trabajo apostólico con los obreros, acompañando activamente a los trabajadores del recién creado sindicato obrero católico Solidaridad, liderado por Lech Walesa.
Los sermones del P. Popieluszko eran transmitidos por Radio Free Europe, con lo cual se volvió famoso en toda Polonia por su postura crítica a la dictadura comunista.
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) recuerda que el sacerdote "ofrecía una respuesta de fe ante las injusticias, las torturas y la violación de los derechos humanos fundamentales, ante el ateísmo y la inmoralidad impuestos, ante el sometimiento y la violencia que sufría el pueblo".
"Exponía la doctrina social de la Iglesia, citaba las encíclicas sociales y los discursos del Papa Juan Pablo II y del Primado de Polonia, el Cardenal Stefan Wyszynski. Se convertía, así, en uno de los líderes espirituales y morales más representativos de la resistencia de Polonia ante la sinrazón y la brutalidad comunista", agrega.
La policía secreta polaca trató de silenciarlo e intimidarlo. Cuando vieron que estas técnicas no funcionarían, fabricaron evidencia contra él y lo arrestaron en 1983, pero fue pronto liberado por la intervención del clero.
La actitud de lucha del sacerdote y su gran capacidad de influir en los fieles desde su parroquia de Varsovia acabó con la paciencia del régimen, que ordenó su secuestro y asesinato en octubre de 1984.
Originalmente idearon un "accidente" automovilístico para asesinarlo el día 13, pero el sacerdote logró escapar con vida. El plan alternativo era el secuestro, que ocurrió una semana después, el 19, siendo además torturado por tres oficiales.
Todavía con vida fue lanzado al interior del reservorio del río Vístula, atándole un saco con piedras para que no flotara. Sus restos fueron recuperados recién el 30 de octubre.
En su última Misa, celebrada el 19 de octubre de 1984, el sacerdote alentó a los fieles a "pedir liberarse del miedo, del terror, pero sobre todo del deseo de venganza".
"Debemos vencer al mal con el bien y mantener intacta nuestra dignidad de hombres. Por esto no podemos hacer uso de la violencia", exhortó el P. Popieluszko.
Las noticias del asesinato del sacerdote de solo 37 años conmocionaron a todo el país. Más de 250 mil personas asistieron al funeral del P Jerzy el 3 de noviembre, incluyendo a Lech Walesa, que para entonces ya había ganado el premio Nobel de la Paz.
El P Popieluszko fue beatificado el 6 de junio de 2010 en Varsovia, en una multitudinaria Misa en la que participaron medio millón de fieles y que fue concelebrada por 100 obispos y más de 1500 sacerdotes.
"El Padre Popieluszko es beatificado como ejemplo de la defensa de derechos y de la dignidad humana, también como modelo del diálogo y reconciliación", dijo en aquella oportunidad el entonces Arzobispo de Varsovia, Mons. Kazimierz Nycz.
El mismo 6 de junio y desde Chipre, el Papa Benedicto XVI envió "un cordial saludo a la Iglesia en Polonia, que hoy se alegra con la elevación a los altares del Padre Jerzy Popieluszko".
"Su celoso servicio y su martirio son un signo especial del triunfo del bien sobre el mal. Que su ejemplo e intercesión incremente la entrega de los sacerdotes y avive la caridad en los fieles", resaltó Benedicto XVI.