Un sacerdote en Argentina relató cómo se gestó el milagro de la curación de Candela Giarda por intercesión del Papa Juan Pablo I, el cual permitirá su beatificación.

En Paraná, Argentina, vivía Candela Giarda, que enfermó apenas a los 10 años. La niña padecía dolores de cabeza que con el tiempo fueron empeorando con vómitos y fiebre.

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En marzo de 2011 fue internada en el Hospital Pediátrico de Paraná a causa de las convulsiones que sufría.

Luego de recorrer distintos centros  de salud, Candela fue trasladada a la unidad de Pediatría de la Fundación Favaloro de Buenos Aires. Allí fue internada porque su pronóstico no era alentador.

Fue en esas circunstancias cuando Roxana, la madre de Candela, se acercó a la parroquia Nuestra Señora de la Rábida, para solicitar la visita del entonces párroco, P. José Dabusti.

"A partir de ahí yo iba a visitarla de vez en cuando, le administré el sacramento de la Unción de los Enfermos y Roxana se acercaba periódicamente a la parroquia para rezar, asistía a Misa, charlábamos y rezábamos por Candela", dijo el P. Dabusti a la agencia AICA.

La madre se acercó el 22 de julio de 2011, después de la Misa de mediodía, a comunicarle al P. Dabusti que Candela "había contraído un virus intrahospitalario, en concreto una neumonía. Y que los médicos le habían dicho que no había mucho más que hacer, que por la gravedad que tenía era muy difícil que pasara esa noche".

"Entonces nos fuimos juntos, una vez más, al piso 5º de la fundación Favaloro. Nos pusimos a rezar junto a Candela y le propuse en ese momento a la mamá invocar la intercesión de Juan Pablo I".

"Roxana no sabía quién era y le expliqué brevemente, en medio de la terapia, quién era y por qué yo quería invocarlo a él. Así que junto a dos enfermeras, rezamos", relató el P. Dabusti.

"Ella y yo pusimos nuestras manos sobre el cuerpito de Candela, que teniendo 11 años pesaba 19 kilos ya que su involución era muy grande", añadió.

El P. Dabusti recordó que durante los días siguientes la madre de Candela le "iba comunicando sus mejorías. Primero había pasado esa noche dramática y después fue evolucionando, día tras día, semana tras semana. La desentubaron, salió de terapia intensiva y un par de meses después yo perdí contacto con ellas".

Fue a fines de 2014, "cuando estando todavía yo en la parroquia de la Rábida y confesando, sale una persona y las veo acercarse, a Candela con su mamá".

"A Roxana la reconocí enseguida, a Candela no. Y fue una emoción enorme el encontrarnos", afirmó el sacerdote.

En esa oportunidad el sacerdote le dijo a Roxana que en algún momento habría que "informar a Roma de lo que pasó y ella asintió porque se acordaba perfectamente a quién le habían rezado esa noche".

El P. Dabusti, hoy párroco de Nuestra Señora de las Mercedes, en el barrio de Belgrano, explicó que "es increíble ver cómo Dios fue preparando todo este camino, que fue muy silencioso por una parte, con sus idas y sus vueltas. Pero con tantas personas que se fueron uniendo, poniendo su corazón en todo este proceso, que llegó a su punto culminante este 13 de octubre", con la aprobación del milagro.

Asimismo, recordó que en varias ocasiones le pidió a alguien que invocara a Juan Pablo I, porque en ese tiempo "estaban en proceso de estudio sus virtudes heroicas".

"Pero en esa oportunidad, sentí muy claramente proponerle a Roxana que rezáramos juntos por la intercesión de Juan Pablo la gracia para Candela", sostuvo el P. Dabusti.

Hoy Candela tiene 21 años y no tiene secuelas de su enfermedad. Los médicos concluyeron, años después, que la niña padeció el síndrome epiléptico por infección febril, una enfermedad que afecta a una persona en un millón, casi siempre sin posibilidad de sobrevivir.

Devoción a Juan Pablo I

El sacerdote recordó que cuando Albino Luciani fue elegido Papa, el 26 de agosto de 1978, él tenía 13 años. "Me impresionó mucho su figura, su persona, sobre todo por su alegría, por la sonrisa que transmitía. Esa alegría interior suya tan especial".

"Sobre todo por su humildad. Me impresionaba mucho su humildad, la sencillez de su personalidad. Y desde ese momento yo, personalmente, siempre le recé", afirmó el sacerdote.

El P. Dabusti reconoce que Juan Pablo I le ayudó en el camino del discernimiento vocacional y "siempre lo tuve muy interiormente".

Además, dijo que lo emociona ver "cómo una figura que tuvo tan breve presencia como Papa, marcó sin embargo un rumbo en nuestra Iglesia".

"Su silenciosa y fugaz presencia es un signo profético que Dios nos fue revelando en los pontificados siguientes hasta el Papa Francisco", señaló.

El actual párroco de las Mercedes explicó que en este milagro destacan "la figura de ambas mujeres, Candela y Roxana, de una fe impresionante".

"Creo que es un signo de esperanza, que nos invita a renovar nuestra fe y sobre todo a creer que Dios sigue siendo el Señor de la historia y que nos enseña a ser como Juan Pablo I, alegres y humildes servidores, cada uno en nuestro lugar", sostuvo el P. Dabusti.