El Papa Francisco defendió que la sinodalidad no sólo no está reñida con el primado de Pedro, sino que "la sinodalidad incluye el ejercicio del primado".
El Pontífice hizo esta enseñanza en el discurso que ofreció este jueves 7 de octubre a los miembros del Grupo Mixto de Trabajo Ortodoxo-Católico San Ireneo en el Palacio Apostólico del Vaticano.
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Este grupo ecuménico se instituyó en la ciudad alemana de Panderborn en 2004 compuesto por 26 teólogos, 13 católicos y 13 ortodoxos.
El Papa agradeció a los miembros del grupo por "el trabajo teológico que estáis realizando en servicio de la comunión entre católicos y ortodoxos".
El Santo Padre aseguró que le emociona la misión específica del grupo: "Buscar juntos las modalidades en las que las diferentes tradiciones pueden enriquecerse juntos sin perder su identidad".
En ese sentido, Francisco aseguró que "es bello cultivar una unidad que se enriquezca con las diferencias, que no ceda a la tentación de una uniformidad homogénea".
Por el contrario, "debatís para comprender cómo los aspectos contrastantes presentes en vuestras tradiciones, en vez de alimentar contraposiciones, pueden convertirse en una oportunidad legítima para expresar la fe apostólica común".
Valoró que se trate de "un grupo que se reúne en un diálogo fraterno y paciente con expertos de varias Iglesias y de diferentes países, deseosos de rezar y estudiar juntos por la unidad".
"Por medio de la paciencia constructiva del diálogo, especialmente con las Iglesias ortodoxas, comprendemos mejor que el primado y la sinodalidad en la Iglesia no son dos principios opuestos que deben mantenerse en equilibrio, sino dos realidades que se constituyen y se sostienen al servicio de la comunión".
Es decir, "del mismo modo que el primado presupone el ejercicio de la sinodalidad, así la sinodalidad incluye el ejercicio del primado".
Desde este punto de vista, "es interesante lo que ha escrito la Comisión teológica internacional donde se explica que la sinodalidad en la Iglesia católica puede comprenderse como la articulación de tres dimensiones: todos, algunos, uno".
En esa visión, "el ministerio del primado es intrínseco a la dinámica sinodal, como lo son también el aspecto comunitario que incluye a todo el Pueblo de Dios y la dimensión colegial relativa al ejercicio del ministerio episcopal".
Por lo tanto, "una aproximación fructífera al primado en los diálogos teológicos y ecuménicos no puede más que fundarse en una reflexión sobre la sinodalidad".
En ese sentido, mostró su confianza en que, "con la ayuda de Dios, el camino sinodal que se inaugurará dentro de pocos días en todas las diócesis católicas sea la ocasión para profundizar también en este importante aspecto (el de la sinodalidad) junto con los demás cristianos".