Una familia de la comunidad gitana (o comunidad rom) de Eslovaquia, Nikola y René y sus hijos Filip y Simon; y el padre de familia Ján Hero, junto con su esposa Beáta, ofrecieron dos bellos testimonios ante el Papa Francisco que lograron emocionar al Pontífice.
El Santo Padre visitó este martes 14 de septiembre la comunidad gitana del barrio Luník IX de la ciudad de Kosice, Eslovaquia. Habitado por 4.300 miembros de la comunidad rom, el barrio Luník IX de Kosice es el barrio de mayor densidad de población rom de Eslovaquia.
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El encuentro con el Pontífice tuvo lugar en la plaza situada frente al centro salesiano.
La familia de Nikola y René, de 28 y 29 años, junto con sus hijos Filip, de 3 años, y Simon, de 1, proceden de este mismo barrio.
Los padres, Nikola y René, contaron al Papa cómo sus raíces están firmen en el barrio: "Yo y mi marido hemos crecido en este barrio, aquí hemos jugado y frecuentado la escuela".
"Crecer en este barrio es difícil. Sin embargo, gracias a la Iglesia y a los salesianos, hemos vivido una adolescencia del modo más bello y significativo", señalaron.
Los salesianos "se dedicaban a nosotros, se fiaban de nosotros, y esto ha influido en nuestro deseo de obtener instrucción, incluso aunque ello fuera difícil. También nuestros padres nos animaban a ir contra corriente".
"Los sacerdotes nos prepararon para la primera comunión, para la confirmación y para el matrimonio. Han bautizado también a nuestros hijos. También nos orientaron hacia el servicio voluntario", explicaron.
Se mostraron agradecidos porque "hemos madurado y los dos hemos encontrado un trabajo. Con la ayuda de Dios me licencié en la Facultad de Pedagogía, con el estudio a distancia. Junto con mi marido deseábamos dejar este barrio, pero no sabíamos cómo".
"Los salesianos nos dieron la esperanza de lograrlo. Contratamos una hipoteca, compramos un apartamento y nos mudamos a otro barrio de Kosice. Hoy, gracias a todo esto, a nuestros hijos les ofrecemos una vida más feliz, más digna y más pacífica".
"Santo Padre, nuestros padres, hermanos y amigos siguen viviendo en este barrio. Esperamos que su visita traiga una nueva esperanza y pasión para la transformación interna de todos a los que hoy hablará", concluyeron su testimonio.
En su respuesta, el Papa Francisco agradeció a Nikola y René porque "ustedes nos han ayudado". "Su historia de amor nació aquí y maduró gracias a la cercanía y al aliento que recibieron. Se sintieron responsables y aspiraron a un trabajo, se sintieron amados y crecieron con el deseo de dar algo más a sus hijos".
"Así nos dieron un hermoso mensaje: donde se cuida a la persona, donde hay trabajo pastoral, donde hay paciencia y concreción llegan los frutos. No llegan inmediatamente, sino con el tiempo, pero llegan".
Por el contrario, "juicios y prejuicios sólo aumentan las distancias. Conflictos y palabras fuertes no ayudan. Marginar a las personas no resuelve nada. Cuando se alimenta la cerrazón, antes o después estalla la rabia. El camino para una convivencia pacífica es la integración".
El Papa recordó que el futuro pertenece a los niños. Por ello, "por los hijos deben tomarse decisiones valientes; por su dignidad, por su educación, para que crezcan bien arraigados en sus orígenes y, al mismo tiempo, para que no vean coartada cualquier otra posibilidad".
En su testimonio, Ján Hero, padre de familia de 61 años con cinco hijos, procedente de un asentamiento rom en Medovarce, región de Krupina, narró, junto con sus esposa Beáta, cómo "muchos de los rom de Eslovaquia, y algunos de este barrio, recordamos todavía con vivacidad el momento del bello encuentro con usted durante la peregrinación de los rom a Roma hace 6 años".
En aquella ocasión, "usted nos ofreció el amor de la Iglesia y, al terminar su discurso, nos animó con las palabras del santo Pablo VI en su memorable encuentro con los rom hace 56 año: 'En la Iglesia vosotros no estáis en la periferia, más bien, en cierto sentido, estáis en el centro, estáis en el corazón. Estáis en el corazón de la Iglesia'".
"Estamos felices de que usted, como sucesor de San Pedro apóstol, confirme estas palabras con su visita a Eslovaquia y, de modo especial, en este encuentro con la comunidad rom", expresó.
"Viene en un tiempo cuando todo el mundo se encuentra en una situación difícil de la pandemia que ha tocado, de forma sufriente, también a los rom en toda Europa. Su visita la vemos como una manifestación de interés y de confirmación del amor incondicional de Dios por la comunidad rom en Eslovaquia y por los rom de todo el mundo".
Insistió en que "tenemos la esperanza de que su misión hoy aquí, en medio de nosotros, en este lugar, nos ayude a encender una fe más grande y una determinación más estable para transformar nuestra vida persona y espiritual hacia lo mejor".
Por ello, "le damos una cordial bienvenida en medio de nosotros con la expectativa de que sus palabras y oraciones nos lleven a la certeza interior de que el camino de la fe sea un punto de partida para nuestra vida, para nuestras relaciones en nuestras familias y para mejorar el nivel social y comunitario de la vida".
"Creemos que Jesucristo nos ayuda a superar las tensiones en la convivencia con la mayoría y con los demás grupos étnicos".
"Santo Padre, pida por nosotros en la oración junto con nuestra Madre celeste, la Virgen María, para que también de nuestras familias surjan verdaderos discípulos de Jesucristo, portadores de la paz, del amor y de la esperanza", concluyó.
El Papa Francisco, en su respuesta, destacó que "juntos han antepuesto su sueño de familia a vuestras grandes diferencias de proveniencia, usos y costumbres. Su matrimonio es el que testimonia, más que muchas palabras, cómo lo concreto de la vida juntos puede derribar numerosos estereotipos, que de lo contrario parecieran insuperables".
"No es fácil ir más allá de los prejuicios, incluso entre los cristianos. No es sencillo valorar a los otros, a menudo se los ve como obstáculos o adversarios y se expresan juicios sin conocer sus rostros y sus historias", señaló.
En ese sentido, recordó las palabras de Jesús en el Evangelio: "No juzguen". "No juzguen, nos dice Cristo. Cuántas veces, en cambio, no sólo hablamos sin tener elementos o de oídas, sino que nos consideramos en lo correcto cuando somos jueces implacables de los demás. Indulgentes con nosotros mismos, inflexibles con los otros".