La Diócesis de San Justo (Argentina) recordó un año de la muerte por coronavirus del P. Basilicio Britez, querido sacerdote que trabajó en las villas del país.
El sacerdote conocido como "padre Bachi" falleció el 29 de agosto de 2020 a los 52 años de edad, luego de permanecer internado tres meses en la Clínica San Camilo por COVID-19.
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Su estado de salud se deterioró debido a las enfermedades de base que padecía.
El Papa Francisco envió un mensaje de aliento a los sacerdotes enfermos de COVID-19, como el P. Bachi, y al conocer sobre su deceso también manifestó sus condolencias.
El sacerdote miembro de la Pastoral de las Villas y Barrios de Emergencia de Buenos Aires, fue despedido por una multitud el día de su funeral.
Un año después, el 29 de agosto, una multitud recorrió las calles del barrio Almafuerte, lugar donde el P. "Bachi" trabajó incansablemente a la cabeza de la parroquia San Roque González y Compañeros Mártires.
La caminata fue alentada por el lema "¡Padre Bachi, caminá con nosotros!" y luego, el Obispo de San Justo, Mons. Eduardo García, presidió una Eucaristía acompañado del Obispo Auxiliar de Buenos Aires, Mons. Gustavo Carrara; los sacerdotes referentes de la pastoral de villas y barrios de emergencia P. Nicolás Angelotti, P. Carlos Olivero y P. Daniel Echevarría.
Un momento significativo se vivió cuando los presentes acercaron al altar una planta, una vela, un mate, una cruz, una imagen de la Virgen de Caacupé y unas flores que fueron depositadas junto a distintos retratos del P. Bachi.
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En la homilía, Mons. García recordó que aunque el virus del COVID-19 provocó "miedo, angustia, incertidumbre; esta comunidad con el padre Bachi a la cabeza, como tantas otras de nuestra diócesis, le dio pelea, le puso el cuerpo no dejando que la otra 'pandemia', la de la indiferencia y del sálvese quien pueda, nos infectara".
"Hoy, hace justo un año, después de un largo vía crucis de dos meses en soledad, Bachi se abrazó con el Padre. A pesar de la fe y esperanza que todos tenemos, el dolor se hizo carne en el corazón de muchos: los que habían compartido con él la vida de este barrio, los que compartimos la vocación, los que lo conocían de oídas y lo admiraban, los que habían pasado por su vida y experimentado el abrazo bueno del Padre y también de la Iglesia que maternalmente recibe a todos sin pedir credencial de buena conducta ni diploma de fe probada", dijo Mons. García.
El P. Bachi "camina con nosotros no como un fantasma o una aparición para unos pocos privilegiados. Bachi vuelve y camina con nosotros cuando aquello que hizo que fuera tan importante para todos y cada uno, deja de ser recuerdo personal y se transforma en memoria colectiva y comunitaria de trabajo, de lucha, codo a codo, por una vida más digna para todos sin excepción. Como lo hizo él", sostuvo.
"Bachi vuelve y camina con nosotros cuando buscamos, desde la propia herida: sanar y no herir, unir y no dividir, perdonar una y otra vez a pesar de las agachadas y las debilidades".
"Bachi no es un recuerdo, no es leyenda, es memoria viva del paso de Dios en sus pisadas por este suelo. No es nuestro, es de Dios y de la Iglesia y de todos los que al escuchar la palabra 'hijo' –como él lo decía– experimentamos al Dios bueno que, como un acto reflejo nos lleva a escuchar esa otra palabra muy suya: 'hermanito'; para que hermanados vivamos, caminemos y podamos gritar con certeza: Bachi vuelve y camina con nosotros", concluyó Mons. García.