Cada 30 de agosto se da inicio a la novena por la Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen (8 de septiembre), Madre de Jesús y Madre nuestra, intermediaria de todas las gracias. A través de Ella la humanidad pudo recibir el don que está por encima de todos los dones: Jesucristo, el Dios hecho hombre.

Decía San Juan Damasceno (675-749): “Tenemos razones muy válidas para honrar el nacimiento de la Madre de Dios, por medio de la cual todo el género humano ha sido restaurado y la tristeza de la primera madre, Eva, se ha transformado en gozo” (homilía dedicada a la Natividad de la Virgen , pronunciada en la Basílica de Santa Ana en Jerusalén).

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La Natividad de la Virgen María se celebra desde antiguo. En Oriente hay registros que ratifican esta práctica desde el siglo V, mientras que en Occidente los hay desde el siglo VII.

Precisamente, en el siglo VII, en la ciudad de Roma, la fiesta de la Natividad de María se celebraba con una procesión en la que se cantaban las letanías a la Virgen en sus versiones más antiguas. Dicha procesión concluía en la Basílica de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas mayores de la ciudad y la iglesia más grande de las dedicadas a la Virgen María que están en la Ciudad eterna. Santa María la Mayor es la iglesia que el Papa Francisco ha escogido para rezar antes y después de sus viajes fuera de Italia. El Papa suele orar ante el ícono de la Salus populi romani [Salud del pueblo romano].

De acuerdo al Calendario Litúrgico, la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María se celebra el 8 de septiembre, nueve meses después de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre), periodo que corresponde a la gestación humana.

A continuación compartimos una novena en honor al natalicio de Nuestra Santísima Madre: