Durante su homilía en la habitual Misa dominical en la Catedral Metropolitana, el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera, hizo un llamado a proteger la institución familiar y a “no tener miedo de vivir la fe católica en la familia”.
En el marco de la semana de la familia en la Arquidiócesis de México, el Cardenal exhortó a que “no nos dejemos engañar por los banquetes de la mentira, que defraudan el corazón y roban el sentido de la existencia, que destrozan a nuestras familias y nos abandonan en la soledad de nosotros mismos”.
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“Hermanos, Hermanas, como el joven perdido y hambriento del evangelio, digamos desde el corazón de nuestras familias: Sí, me levantaré, volveré a mi Padre… Sí, me levantaré y volveré”, afirmó el Purpurado.
“Familias, papás, mamás, hijos, que viven en este querido Valle de México, no tengan miedo para levantarse y volver a la casa del Padre. No tengan miedo para volver a mirarse a los ojos y decirse: regresemos a la casa del Padre, volvamos a vivir nuestra fe católica, acerquémonos al sacramento de la reconciliación para pedir perdón por nuestros corazones egoístas, empecemos de nuevo a asistir a la eucaristía dominical para escuchar la palabra de Dios, para ofrecerle del mejor modo posible nuestros corazones de Dios Padre por medio de su Hijo y para recibir la eucaristía que hace de nuestros hogares templos de paz, de armonía, de fortaleza, de esperanza”, agregó el Arzobispo.
El Cardenal recordó a las familias que “la parroquia es el lugar donde cada uno de nosotros vuelve a sentirse iglesia, cuerpo de Cristo, familia de Dios. Hagamos de nuestras parroquias comunidades vivas que nos permiten encontrarnos con Cristo en la eucaristía y con nuestros hermanos en el servicio de la caridad. Regresemos a nuestras parroquias, regresemos a la eucaristía”.
“Como dije en la peregrinación que como arquidiócesis hicimos en enero de este año a la Basílica de Guadalupe: Cada vez que nos reunimos en la fe, y de forma especial cuando celebramos la Eucaristía, se edifica la familia que el Señor va construyendo. Podemos hacer posible esa construcción espiritual entre nosotros si aprovechamos la ocasión para vitalizar la experiencia eucarística en nuestras comunidades”, añadió el Purpurado.
Más adelante, el Arzobispo resaltó que “la eucaristía en la parroquia es el verdadero banquete que sana el corazón, que ilumina nuestras vidas y que nos permite experimentar como al joven del evangelio, que aunque estemos muertos, podemos volver a la vida, que aunque estemos perdidos podemos ser encontrados, porque Cristo es el Camino en el que nunca nos podemos perder, la Verdad en la que nunca podemos ser engañados, la Vida que ninguna muerte, sobre todo la muerte de nuestro corazón, puede derrotar jamás”.