En su nuevo libro "Ciencia y Fe: ¿Un Equilibrio Posible?", el sacerdote mexicano Mario Arroyo aborda la relación entre estos "dos caminos" que "complementan el anhelo de verdad".
En diálogo con ACI Prensa, el P. Mario Arroyo, doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma y catedrático en la Universidad Panamericana en Ciudad de México, aseguró que este "equilibrio" es posible, y recordó que "gran parte de los científicos importantes de la historia han sido creyentes".
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"Desde Copérnico, Galileo, Lavoisier, hasta Georges Lemaitre, padre de la Teoría del Big Bang", destacó.
El sacerdote mexicano indicó que la ciencia y la fe "nos responden a preguntas diferentes, pero que se complementan, o complementan el anhelo de verdad que late en el corazón humano".
"Resumiendo muy rápidamente, la ciencia nos dice el '¿cómo?', la fe el '¿por qué?' y el '¿para qué?'", señaló.
Si se mantienen separados estos dos caminos, indicó, se corre el peligro de "renunciar a una visión sapiencial de la realidad, a una perspectiva que nos indique su sentido y finalidad; a afirmar que el universo no tiene un sentido ni una finalidad y con el universo, nosotros mismos como parte de él".
Además, advirtió que esta forma de pensar "nos lleva a caer en el error del cientificismo, que consiste en pensar que el único conocimiento legítimo es el científico. Pero ¡ojo!, esa última afirmación no es científica sino filosófica, se contradice en su propia enunciación, pero los cientificistas no se dan cuenta de ello".
Para el P. Arroyo, ver a la ciencia y la fe como dos áreas imposibles de conciliar se debe "a que nos hemos comido acríticamente viejos clichés ilustrados, según los cuales, a mayor avance de la ciencia, menor espacio para la religión, hasta que en determinado punto, la religión terminaría por desaparecer".
"El error es pensar que ciencia y religión responden a las mismas preguntas, cuando en realidad responden a preguntas diferentes pero complementarias, si se quiere tener una visión completa y verdadera de la realidad".
El P. Arroyo indicó luego que "se considera erróneamente que la Iglesia se opone a la ciencia porque en el pasado, en concreto en 1633, condenó el heliocentrismo de Galileo, lo cual fue un lamentable error, del cual ya ha pedido perdón".
"Pero se olvida que la academia científica más antigua es la Pontificia Academia de las Ciencias, cuyo primer presidente fue precisamente Galileo, que se llamaba Academia de los Linces en ese entonces".
Además, destacó, "el observatorio astronómico más antiguo del mundo en uso es el del Vaticano", y recordó que "la Iglesia ha sido mecenas de grandes científicos, como Copérnico o Georges Lamaitre".
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