Por primera vez desde la Revolución Francesa, los monjes benedictinos regresaron a ocupar la Abadía de Solignac, una histórica edificación cristiana establecida por San Eligio en el siglo VII.
El 1 de agosto, los monjes benedictinos se mudaron a la emblemática Abadía de Solignac, ubicada en Alto Vienne, al centro-oeste de Francia, después de una ausencia de 230 años.
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Este evento es considerado providencial por los católicos locales y tiene un significado simbólico, especialmente en un momento en que muchos edificios religiosos en Francia están condenados a desaparecer tras ser demolidos, abandonados o comprados con fines seculares.
Recientemente, la Diócesis de Limoges anunció el regreso de los monjes en un comunicado firmado conjuntamente por el obispo local, Mons. Pierre-Antoine Bozo, y el P. Dom Jean-Bernard Marie Bories, Abad de la Abadía de San José de Clairval, en la región francesa de Borgoña, que compró la abadía de Solignac a la diócesis para establecer allí un priorato. Los monjes de Clairval aprobaron el proyecto de fundación con una mayoría de dos tercios.
Después de que los revolucionarios franceses anticlericalistas expulsaran a los benedictinos en 1790, la Abadía de Solignac se utilizó como prisión, internado para niñas y fábrica de porcelana, sucesivamente, hasta 1930.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la Abadía sirvió como refugio para maestros católicos y luego, a partir de 1945, acogió a los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. La comunidad religiosa permaneció allí hasta la década de 1990, y finalmente, transfirió la propiedad a la Diócesis de Limoges en 2011. La abadía estuvo desocupada durante los últimos 17 años.
Mons. Bozo dijo a CNA -agencia en inglés del Grupo ACI- que el regreso de los benedictinos fue fruto de un largo período de discernimiento, durante el cual se reunió con el Abad en varias ocasiones.
"Estoy agradecido por esta increíble noticia, pues hemos estado buscando diferentes soluciones para este lugar durante muchos años y, finalmente, el proyecto que tuvo éxito es el que se ajusta más al propósito original de esta abadía construida por San Eligio; es decir, dar la bienvenida a las comunidades monásticas, especialmente, a los monjes benedictinos", dijo.
El P. Bories dijo al periódico diocesano local que, además de restaurar la Regla benedictina, su principal objetivo es hacer de la abadía un centro espiritual dedicado a la oración y los retiros, construido alrededor del claustro y con una mayor capacidad para acoger a un mayor número de personas que en la Abadía de San José de Clairval.
También, anunció que hay planes de ofrecer la oportunidad de tener un retiro a los jóvenes que se preparan para el Sacramento de la Confirmación y otros eventos.
"En este lugar, generaciones de personas orantes se han sucedido y han creado un caldo de cultivo monástico en el que 'crecerá' un nuevo resurgimiento de la antigua orden benedictina: más de 1.150 años de presencia monástica nos conectan a una gran tradición, renovando así una cadena de oración", dijo el P. Bories.
Estos planes requerirán varios años de trabajo en los varios edificios de la abadía, que se extienden sobre un área considerable. Se espera que el proceso sea largo, arduo y costoso.
Los monjes que llegaron a la abadía a inicios de agosto se prepararán para la reanudación de la vida monástica. Serán los encargados de supervisar el trabajo inicial para dar la bienvenida al resto del equipo fundador, que no se mudará hasta el otoño.
El P. Bozo celebrará una Misa de inauguración el 28 de noviembre, primer domingo de Adviento. La Diócesis de Limoges anunció que a partir de esta fecha, los monjes celebrarán diariamente la Eucaristía en la iglesia de la abadía, siguiendo la forma ordinaria del Rito Romano, con canto gregoriano en latín. Las celebraciones estarán abiertas al público.
Los monjes benedictinos también participarán en la vida económica local y apoyarán al sistema educativo católico. La Abadía planea abrir una tienda para vender sus productos, y a la vez, recibir en sus jardines a estudiantes inscritos en el programa educativo público que ofrece un título técnico de dos años en agricultura, para así contribuir a su formación académica.
Según el P. Bozo, la nueva fundación promete ser una verdadera bendición para esta región rural muy descristianizada, donde no ha habido comunidades contemplativas masculinas desde la Revolución Francesa.
"Estoy profundamente convencido de la fecundidad de la vida contemplativa, especialmente en nuestro mundo acelerado, marcado por el materialismo y el individualismo", dijo a CNA.
Precisó que esa fecundidad era aún más valiosa, porque permanecía oculta. Dijo que los buenos frutos se verían "a largo plazo", a través de las "raíces más profundas que traerá la presencia [de los monjes]" en la comunidad, del apoyo que brindarán a los misioneros.
Explicó que "esta forma de vida original, que va contracorriente en el mundo de hoy, solo puede hacer mucho bien a las personas, a quienes se les ofrecerá lo que Benedicto XVI solía llamar un 'oasis', un lugar que todos los cristianos necesitan para rejuvenecer".
"A la sombra de esta comunidad, uno puede refrescarse, orar, encontrarse con el Señor en silencio, en paz, rodeado de gente mecida por un ritmo lento y muy regular… es hermoso", dijo.
"Esta sabiduría de la vida, inherente a la Regla de San Benito, en la forma en que funciona, es algo muy reconfortante para estos tiempos desorientados", concluyó.
Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicado originalmente en CNA.