La Iglesia en Cuba celebró una Misa especial para agradecer a Dios por los 75 años de vida religiosa de Sor María de Jesús Miranda, Miembro de la Congregación de las Siervas de María, que ha dedicado su vida a servir a los pobres y enfermos en la isla.

Sor María de Jesús Miranda nació en España el 13 de enero de 1928 y realiza su trabajo misionero en Cuba desde hace 64 años. Vivió en carne propia los embates del comunismo de Fidel Castro, pues fue una de las 14 hermanas de su congregación que se quedaron en la isla a pesar de la persecución religiosa que ya había expulsado a 130 sacerdotes, un obispo y varios religiosos.

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La Eucaristía se celebró este 5 de julio y fue presidida por el Arzobispo de La Habana, Cardenal Juan de la Caridad García, que durante su homilía agradeció a Dios por la vida de Sor María de Jesús.

El Cardenal García señaló que Dios creó a la religiosa española para "el amor, para la paz, para servir a los enfermos, la creó para la eternidad", y resaltó que de pequeña, Sor María de Jesús "robaba peras, robaba manzanas, y hacía la vida imposible a los vecinos".

"Como ella tenía un 'mal papá' y una 'mala mamá', las palizas que le dieron por estos robos enderezó el camino de su vida", indicó.

Además, señaló que al crecer Soy María de Jesús, varios jóvenes se enamoraron de ella, pero la religiosa "prefirió, pues, un enamorado que estaba enamorado de ella desde la eternidad y le pidió todos los latidos de su corazón".

El Purpurado agradeció al Espíritu Santo por infundir en ella "el deseo de la fidelidad a sus votos religiosos" y por ser madre de "tantos enfermos, cuidándolos, consolándolos, animándolos, sufriendo con ellos y tratando de hacerle una enfermedad apacible y santa".

El Cardenal García indicó que Sor María de Jesús es más cubana que muchos y agregó que en el Cielo hay una gran fiesta donde están todos aquellos "a quienes ella atendió, están todos aquellos a quien ella auxilio".

 

"Están esperándola con una gran fiesta del Cielo, están desesperados porque ella llegue lo antes posible, para volver a la fraternidad y al amor vividos aquí en la tierra", agregó.

Finalmente, señaló que la Iglesia da gracias por los 93 años de vida y 75 años de votos religiosos de Sor María de Jesús, "por las maravillas que ha hecho, por lo que ha significado para Cuba, para las ministras de los enfermos, para la Iglesia".

La religiosa renovó sus votos y dio gracias a Dios por su fidelidad, "no por mi fiesta, sino porque todo se lo debo a Él. Él ha sido fiel hasta ahora, y seguirá siéndolo".

"Yo no, yo he fallado varias veces, pero Él es misericordioso, yo le doy gracias infinitas a Él", indicó.

Asimismo, agradeció a sus padres por traerla a la vida, por el cariño con la que la educaron en la vida cristiana, y señaló que "junto con mis 9 hermanos, fuimos muy felices en familia".

"También doy gracias a mi comunidad que se han desbordado en cariño, en ternura, en delicadeza", indicó. Agradezco "a Monseñor a quien tanto aprecio, a todos los concelebrantes, que para mí ha sido una emoción tremenda, porque yo no esperaba, me han dado una sorpresa enorme", agregó.

Finalmente, indicó que su única pena es no poder estar con los pobres, "porque la pandemia me ha separado un poco de ellos", y resaltó que pide a Dios por ellos, para que les de lo que más necesitan.

La religión en Cuba

En 1961, el gobierno de Cuba ordenó la expropiación de la Iglesia y la expulsión de sacerdotes, religiosos y religiosas para reducir el catolicismo en la población. De la Congregación de las Siervas de María, 14 religiosas permanecieron en la isla, entre ellas Sor María de Jesús.

Hasta ese año la congregación tenía siete casas en toda la isla, de las que solo quedó la casa de La Habana. Antes de que Fidel Castro tomara el poder, también tenían más de 100 religiosas que se dedicaban a su carisma de visitar y atender enfermos durante las noches y las madrugadas.

"A España se fueron de un golpe unas 130. Había también mexicanas y de Puerto Rico", pero "la Iglesia quiso que se quedara un grupo de religiosas. A las últimas nos tocó quedarnos", relató a ACI Prensa en una entrevista de 2015 otra de las 14 religiosas que permanecieron en Cuba, Sor Ana Gómez, 

La religiosa indicó que en la isla siguieron asistiendo a los enfermos y luchaban por mantener el catolicismo.

"Hicimos la vida normal, trabajo de asistencia por la noche, los enfermos", señaló. "La gente se nos quedaba muchas veces mirándonos. Nos insultaban, por supuesto (porque eran religiosas). Decían '¡al campo, al campo! (…) ¡todos a trabajar al campo!'. Era lo que mandaba Fidel", agregó Sor Ana Gómez.

En esa entrevista de 2015, Sor Mercedes Martínez, una religiosa cubana de esta congregación, afirmó que el trabajo misionero ayudó a mantener la fe en la isla, así como la labor de los abuelos en sus casas. "Con el testimonio de la vida de ellas (las religiosas), de noche tras noche junto a un enfermo, era lo más elocuente que ellas hacían, de servicio, de caridad".

A la gente "les convencía la vida de las hermanas" que trabajaban sin cobrar; incluso "hasta las mismas personas del gobierno se quedaban admiradas" por su labor, indicó.