El nuevo arcipreste de la Basílica de San Pedro, Card. Mauro Gambetti, respondió a las recientes polémicas sobre las celebraciones eucarísticas que se celebran por la mañana en la Basílica de San Pedro, explicó el sentido de las concelebraciones y describió los casos en que se pueden hacer excepciones.
En una nota con fecha de este 22 de junio, el Cardenal Gambetti recordó las disposiciones de la Secretaría de Estado sobre las Misas que se llevan a cabo entre las 7 a.m. y las 9 a.m. en la Basílica de San Pedro que fueron publicadas el pasado 12 de marzo.
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En primer lugar, el Purpurado afirmó que "la Secretaría de Estado ha dado algunas disposiciones sobre la celebración de las santas misas en la basílica de San Pedro, con la intención de que se desarrollen en un ambiente de recogimiento y decoro litúrgico" y dichas indicaciones "se inspiran en dos principios: ordenar las celebraciones desde el punto de vista de su escansión temporal y su calidad y acoger e integrar los deseos particulares y legítimos de los fieles, en la medida de lo posible".
Además, el Cardenal Gambetti señaló que en síntesis por la mañana "los sacerdotes podrán concelebrar en una de las Misas horarias en los lugares designados; la animación litúrgica prevé la ayuda de los monaguillos" y añadió que "se admiten excepciones en cuanto a los lugares de celebración -con motivo de la memoria de un santo cuyos restos se conservan en la basílica- y a la realización simultánea de determinadas celebraciones para grupos de peregrinos o en la forma extraordinaria del rito romano".
Sobre las concelebraciones, el nuevo arcipreste de la Basílica de San Pedro citó diferentes documentos del Magisterio Pontificio. Entre ellos, la Sacrosanctum Concilium, donde se tratan las "Normas que se derivan de la naturaleza jerárquica y comunitaria de la liturgia", la Lumen Gentium y el Catecismo de la Iglesia Católica.
Luego, el Cardenal Gambetti subrayó que "todos los que componen la asamblea reunida para la Eucaristía participan en el único sacrificio y sacerdocio de Cristo, cada uno según su propio estado y condición de vida: obispo, presbítero, diácono, bautizado, casado, religioso" y agregó que "en la Misa concelebrada por varios presbíteros no se disminuye el valor y los frutos del sacrificio eucarístico, sino que se exaltan plenamente".
Sin embargo, el Purpurado mencionó que "un primer elemento de discernimiento, en nuestro contexto, es, por tanto, éste: cuando es posible, es más que oportuno que los presbíteros concelebren, dado también que está prevista una alternancia regular de la presidencia para las concelebraciones que tienen lugar ordinariamente en la Basílica de San Pedro" y que "lo mismo ocurre con los fieles individuales y los grupos, que son invitados a participar en la misma misa para que sea expresión de fraternidad y no de particularismos que no reflejan el sentido de comunión eclesial que manifiesta la celebración eucarística".
En este sentido, el Cardenal Gambetti también recordó "las excepciones a las situaciones en las que se recomienda la concelebración son aquellos casos en los que el beneficio de los fieles no exige ni aconseja lo contrario" y pidió considerar, por ejemplo, "las dimensiones de la Basílica de San Pedro y su arquitectura permiten responder a las diferentes necesidades de quienes desean celebrar la Eucaristía en grupo sin superponerse a la concelebración que tiene lugar en los principales lugares litúrgicos".
Asimismo, el arcipreste de la Basílica de San Pedro describió que "para las celebraciones con el Missale Romanum de 1962 hay que hacer todo lo posible para cumplir los deseos de los fieles y de los sacerdotes, tal como prevé el Motu Proprio Summorum Pontificum".
Por lo tanto, el Cardenal Gambetti informó que ya dio disposiciones "para que se concedan, en la medida de lo posible, las solicitudes de celebración en la franja horaria de 7 a.m. a 9 a.m. por parte de grupos con necesidades especiales y legítimas" y añadió que "las peticiones de celebraciones individuales también pueden ser discernidas caso por caso, sin perjuicio del principio de que todo se desarrolle en un ambiente de recogimiento y decoro, y velando para que lo excepcional no se convierta en ordinario, tergiversando las intenciones y el sentido del Magisterio".
De este modo, el Purpurado concluyó que confía "que el camino emprendido anime a cada sacerdote y a cada fiel a vivir las celebraciones en San Pedro de un modo cada vez más ordenado a la bondad, la belleza y la verdad" ya que "la Basílica de San Pedro se caracteriza por el ministerio petrino de la unidad, la misericordia y la ortodoxia de la fe y acoge a peregrinos de todo el mundo".