El Arzobispo de Lviv y exsecretario del Papa San Juan Pablo II, Mons. Mieczyslaw Mokrzycki, aseguró que pese a los diversos problemas y la guerra en Ucrania, la Iglesia en el país vive una "primavera" que permite ver el futuro con esperanza.
"Todavía es primavera en nuestra Iglesia porque hemos recuperado muchas iglesias y también se están construyendo otras nuevas. Hemos ordenado nuevos sacerdotes. También tenemos la posibilidad de crear más parroquias", dijo el Arzobispo en entrevista concedida al semanario Echo Katolickie.
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Este año, explica la nota, se cumplen 30 años de la renovación de las estructuras de la Iglesia en Ucrania donde actualmente hay siete diócesis, tres seminarios mayores y tres institutos teológicos.
Los primeros fundadores de las comunidades, especialmente en la Arquidiócesis de Lviv, fueron polacos, que permanecieron allí y transmitieron la fe de generación en generación.
Mons. Mokrzycki, que fue secretario de San Juan Pablo II entre 1996 y 2005, y luego del Papa Benedicto XVI, ha servido como cabeza de la Arquidiócesis de Lviv durante casi 13 años.
El Prelado explicó que Ucrania no es ajena a la secularización y que "debido a la facilidad con la que se puede establecer contacto a través de Internet y del teléfono, el espíritu de laicización también está llegando" al país.
El Arzobispo señaló que muchos jóvenes "que buscan una vida más fácil" se van del país. Además, "la autoridad de los profesores y los padres está disminuyendo porque la influencia de la secularización también se está extendiendo. Asimismo, la demografía está disminuyendo y, en consecuencia, hay menos vocaciones, aunque el porcentaje de vocaciones sigue siendo bastante alto".
"Hay que poner mucho empeño en luchar contra la laicización, y cuidar a los niños y a los jóvenes, indicándoles los verdaderos valores que ayuden a formar bien su personalidad y su carácter, para que no pierdan, como decía San Juan Pablo II, su vida, que es única y para la eternidad", indicó Mons. Mokrzycki.
Otro serio problema es la guerra. "Muchos jóvenes del oeste de Ucrania son llamados al servicio militar. Cada semana mueren tres o cuatro soldados (entre ellos muchos de Ucrania occidental). Esto causa un gran dolor y pérdida en cada familia, para la Iglesia y el Estado", indicó el Arzobispo.
"Intentamos estar cerca de las personas que han perdido a un ser querido en la guerra, ayudando materialmente y atendiendo a la familia del fallecido, consolándola", agregó.
El conflicto militar en la frontera entre Rusia y el este de Ucrania se originó con las regiones ucranianas separatistas y pro rusas de Donetsk y Lugansk, zona conocida como el Donbass.
El conflicto inició en noviembre de 2013 después de que una serie de manifestaciones en la capital de Ucrania, Kiev, obligó al entonces presidente Víktor Yanukovich, cercano a Rusia, a dimitir y abandonar el país.
Rusia consideró amenazada a la población ruso parlante de Ucrania e intervino anexionándose la península de Crimea en 2014. Al mismo tiempo, en el Donbass, las regiones de Donetsk y Lugansk proclamaron su independencia, apoyadas por Rusia.
De esa manera, dio comienzo un largo y sangriento conflicto que todavía dura hasta hoy con más de 14 mil muertos.
Otro problema es el económico, lo que genera que con frecuencia el esposo o la esposa abandonen a la familia. Esto, a su vez, tiene muchas consecuencias que afectan negativamente la educación de las jóvenes generaciones.
Ante todo esto, la Iglesia juega un papel vital. La nota del semanario Echo Katolickie resalta que "mucha gente aprecia la liturgia católica, la falta de implicación en la política, la oportunidad de profundizar en su fe y de aprender más sobre la Iglesia" con lo que se extiende la obra evangelizadora.
En la entrevista, el Arzobispo también expresó su satisfacción por el renacimiento de la veneración a San Juan Pablo II, conocido y apreciado por los ucranianos.
"En muchas de nuestras parroquias hay ahora monumentos que lo representan, iglesias puestas bajo su nombre y hay parques, calles y plazas de la ciudad que llevan su nombre", subrayó el Prelado ucraniano.
Mons. Mokrzycki ha estado vinculado a la Arquidiócesis de Lviv desde sus primeros años. Nació y creció allí. Después de la Segunda Guerra Mundial, 30 parroquias de esta jurisdicción permanecieron en Polonia.