En audiencia con los obispos de los Países Bajos reunidos en visita “ad limina”, el Papa Juan Pablo II manifestó su esperanza en que “sobre todo los fieles laicos, se empeñen en dar testimonio de su fe llevando la luz del Evangelio a los diferentes sectores de la vida social”.
“Que demuestren la grandeza y belleza de la familia, la dignidad inalienable de todos los seres humanos en cualquier situación, así como en las cuestiones éticas suscitadas por el progreso tecnológico o las presiones económicas, y que sean testigos de los valores cristianos que han contribuido a forjar la Europa de hoy”, pidió el Papa.
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En su discurso, que giró en torno a temas preparados por los prelados en sus informes, el Santo Padre lamentó el ataque frontal sufrido por la Iglesia durante décadas de parte del “intenso fenómeno de secularización” y que “desgraciadamente sigue caracterizando a la sociedad holandesa”.
El Santo Padre hizo un llamado a proclamar “el Evangelio de la esperanza” y pidió sobre todo a los jóvenes “anunciar la Buena Nueva del amor de Cristo” que viven “viven en una sociedad caracterizada por el relativismo moral y el pluralismo religioso”.
“Ser testigos de Cristo, con palabras y hechos -agregó- es una responsabilidad que comparten todos los bautizados y que implica muchas exigencias. ¿Cómo se puede dar lo que no se tiene? ¿Cómo se puede hablar de Cristo y transmitir las ganas de conocerlo sin ser un discípulo suyo?”, manifestó el Sumo Pontífice a los obispos.
Juan Pablo II se refirió al proceso de renovación emprendido por los obispos holandeses y les invitó a “no limitarlo a una reestructuración formal, sino a que sea la ocasión para volver a descubrir el papel esencial de la parroquia y de la misión propia de los fieles que la forman, para movilizar más adecuadamente a todos en el anuncio del Evangelio”.
Por último, el Papa habló de la grave crisis de vocaciones, tanto sacerdotales como religiosas, afirmando que para los prelados debe ser “una misión prioritaria absoluta” crear un ambiente apropiado para que florezcan las vocaciones.
“Sabemos -dijo- que cada Iglesia debe promover las propias vocaciones”, señaló Juan Pablo II resaltando el papel de los padres en la creación de un ambiente propicio para las vocaciones.