En una carta publicada hoy y fechada el 22 de febrero, festividad de la Cátedra de San Pedro, el Papa Juan Pablo II nombró al Arzobispo Domenico Umberto D'Ambrosio, de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo (Italia), como delegado para el Santuario y las obras de San Pío de Pietrelcina.
En el mensaje, el Santo Padre habló de la vida, muerte y obras del santo, de su conformidad con las características peculiares “de la tradición franciscana y capuchina: la oración contemplativa y la caridad activa” sobre todo con los enfermos, y de los resultados de su herencia espiritual, que se manifiesta en dos iniciativas a las que dio vida: los grupos de oración y la Casa de Alivio del Sufrimiento.
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Más adelante, refiriéndose al gran número de devotos de Padre Pío, el Pontífice afirmó que “se ha hecho evidente la necesidad de un nexo más estrecho entre el santuario y la Santa Sede”.
“Como delegado del Santuario tendrá que dedicar un cuidado especial a ese lugar de culto al que acuden cada año tantos peregrinos de diversas nacionalidades” y “custodiar los carismas que el Espíritu Santo ha suscitado y sigue suscitando en esta porción amada de la Iglesia Santa de Dios”, agregó el Papa.
El Santo Padre recordó sus propias palabras en la audiencia con el Arzobispo el año anterior: “Usted será el custodio de la herencia de Padre Pío de Pietrelcina”.
Asimismo, citando el decreto Christus Dominus de Pablo VI sobre el oficio pastoral de los obispos en la Iglesia, el Papa agregó que “bajo su autoridad tendrá lugar cuanto respecta al ejercicio público del culto divino, teniendo en cuenta la diversidad de los ritos; el cuidado de las almas; la predicación al pueblo; la educación religiosa y moral de los fieles y especialmente de los jóvenes; la instrucción catequética y la formación litúrgica; el decoro del estado del clero; y por fin, las diversas obras relativas al ejercicio del sacro apostolado”.