El Departamento de Salud de Canadá anunció que el número de canadienses que terminaron con sus vidas mediante la eutanasia y el suicidio asistido aumentó en un 17% el año pasado.
El lunes 7 de junio, el comité parlamentario conjunto encargado de revisar las prácticas de eutanasia en el país, sostuvo una reunión en la que participó la viceministra adjunta de Salud de Canadá, Abby Hoffman.
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Hoffman reveló que el año pasado 7.595 personas recibieron "muertes con asistencia médica", una cifra que equivale al 2,5% de todas las muertes registradas en Canadá en 2020.
Esta cifra representa un aumento significativo de muertes por suicidio asistido y eutanasia en comparación al 2019, pues en ese año murieron 5.631 personas, que representaron el 2% del total de muertes en el país.
En Canadá, un paciente que solicita fármacos letales no tiene que autoadministrárselos. Si bien los canadienses tienen la opción de hacerlo, la cantidad que lo realiza es estadísticamente insignificante.
Es importante destacar que el aumento de muertes asistidas por médicos se dio antes de la aprobación de una ley que podría expandir en gran medida el número de pacientes que solicitan la eutanasia.
Se trata del proyecto de ley C-7, aprobado en marzo de 2021, que eliminó el requisito de que la muerte de un paciente sea "razonablemente previsible" para que se le receten medicamentos letales.
El proyecto de ley permite que cualquier paciente que esté sufriendo, sin importar si su condición es terminal o no, solicite y reciba una muerte asistida por un médico. Según la nueva ley, la depresión y otras enfermedades mentales son motivo de eutanasia y suicidio asistido.
En la reunión, Hoffman declaró que en 2020, como en años anteriores, el cáncer fue la enfermedad más comúnmente citada entre las personas que solicitaron medicamentos letales. Las razones más frecuentes para terminar con sus vidas estuvieron relacionadas a "la incapacidad para participar en actividades significativas o realizar actividades de la vida diaria".
Desde que se legalizó la eutanasia en Canadá en 2016, cada año ha aumentado el número de personas que han solicitado y recibido el letal procedimiento. En la reunión, Hoffman opinó que este aumento está relacionado con una mayor conciencia pública.
"La mayor conciencia y una mayor aceptación por parte de los canadienses de MAID [ayuda médica para morir] como una opción para el final de la vida ha dado como resultado un crecimiento constante en MAID desde 2016", dijo.
Según Hoffman, no se registraron diferencias significativas en cuanto al sexo y ni variables contextuales. Al respecto, dijo que un número casi igual de hombres y mujeres solicitaron el suicidio asistido por un médico, y que no había una diferencia desproporcionada de solicitudes entre personas procedentes de zonas rurales y urbanas.
En total se registraron 9.300 solicitudes de eutanasia por escrito, de las que el 79% se llevaron a cabo. Hoffman declaró que 50 personas cambiaron de opinión después de solicitar la muerte asistida y retiraron su solicitud. Además, dijo que en muchos casos los pacientes murieron antes de que se le pudieran administrar los fármacos letales.
La viciministra Hoffman dijo que la mayoría de personas que murieron por suicidio asistido o eutanasia tenían acceso a cuidados paliativos o habían recibido cuidados paliativos, pero aun así optaron por terminar con sus vidas.
El proyecto de ley C-7 se redactó en respuesta a una decisión del Tribunal Superior de Quebec de septiembre de 2019, que determinó que dos personas con discapacidades que no tenían una enfermedad terminal tenían el derecho legal de solicitar que un médico terminara con sus vidas.
Se trata del caso de Jean Truchon, un hombre de Quebec que tenía parálisis cerebral y que presentó una demanda luego de que su solicitud de terminar con su vida fuera denegada, porque su condición no era terminal. Truchon recibió la eutanasia en abril de 2020.
Un juez dictaminó que a Truchon y a su co-demandante Nicole Gladu, que tiene síndrome pospoliomielítico, no se les podía negar la eutanasia o el suicidio asistido si deseaban terminar con sus vidas. Asimismo, señaló que ambos procedimientos letales deberían estar disponibles para los canadienses sin condiciones terminales. Gladu todavía está viva.
Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicado originalmente en CNA.