El Papa Juan Pablo II envió un extenso y sentido telegrama al Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco, en el que condena enérgicamente y expresa su más profunda tristeza por los “execrables atentados” de esta mañana en tres estaciones de tren de la capital española.
Los atentados terroristas, que al cierre de esta edición causaron 192 muertos y más de 1,400 heridos, son los más graves perpetrados en la historia del país.
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En su telegrama, el Santo Padre reiteró su más "firme y absoluta reprobación de tales injustificables actos que ofenden a Dios, violan el fundamental derecho a la vida y socavan la pacífica convivencia".
Juan Pablo II resaltó la crueldad de los mismos, que han causado la muerte a ciudadanos que se dirigían a sus puestos de trabajo.
Asimismo, ofrece sus sufragios por el eterno descanso de los fallecidos y aseguró su cercanía a las familias que han perdido miembros y hace votos por el rápido restablecimiento de los heridos.
En el extenso telegrama, que evidencia su cariño por el "querido pueblo español", el Papa pide proseguir con constancia y sin desánimos en el camino de una convivencia pacífica y serena.
El texto completo del telegrama –enviado como siempre a través del Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Angelo Sodano- es el siguiente:
"Al conocer la triste noticia de los execrables atentados terroristas perpetrados esta mañana en las estaciones de Atocha, el Pozo del Tío Raimundo y Santa Eugenia, de Madrid, que han causado tantos muertos y numerosísimos heridos entre los ciudadanos que se dirigían a sus puestos de trabajo, y con crueldad han sumido en dolor a sus familias y a la sociedad española en general, el Santo Padre desea reiterar su firme y absoluta reprobación de tales e injustificables actos que ofenden a Dios. También violan el fundamental derecho a la vida y socavan la pacífica convivencia, anhelada vivamente por las comunidades eclesiales y por el noble pueblo español.
Su Santidad, mientras ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos, asegura su cercanía a las familias que lloran a sus seres queridos, a la vez que ruega a vuestra eminencia (el cardenal de Madrid) que les haga llegar su más sentido pésame, expresa sus mejores deseos por un pronto restablecimiento de los heridos.
Alentado al querido pueblo español a proseguir con constancia y sin desánimos en el camino de una convivencia pacífica y serena, invoca sobre todo la protección de la Virgen Inmaculada y en prueba de afecto y señal de esperanza le imparte la bendición apostólica".