El Papa Francisco llamó a la solidaridad entre los pueblos de Centroamérica para superar los retos y problemas en la región causados por la presente crisis sanitaria del coronavirus.
En un mensaje enviado este jueves 10 de junio a los participantes del evento "Solidaridad" que se realiza en Costa Rica, promovido con motivo del 30 aniversario del Sistema de la Integración Centroamericana, el Pontífice se refirió a las graves consecuencias que la pandemia, junto con los efectos del cambio climático y de sistemas económicos injustos, tiene para las personas más vulnerables y, en concreto, para los migrantes.
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En su discurso, el Papa advirtió que la pandemia de coronavirus ha agravado el deterioro social de la región centroamericana, donde las condiciones ya eran precarias de por sí: "En estos últimos largos meses de la pandemia, la región centroamericana ha visto el deterioro de las condiciones sociales que ya eran precarias y complejas a causa de un sistema económico injusto. Este sistema desgasta a la familia, célula básica de la sociedad".
Lamentó que dicho "sistema económico injusto" deja a las personas a merced de la "violencia doméstica, feminicidios, bandas armadas, criminales, tráfico de droga, explotación sexual de menores y de no tan menores".
"Estos factores, mezclados con la pandemia y con una crisis climática caracterizada por una sequía cada vez más intensa y huracanes cada vez más frecuentes, han dado a la movilidad humana la connotación de un fenómeno forzado de masa, de manera que adquiere la apariencia de un éxodo regional", argumentó.
Respecto al problema concreto de la migración, expuso que "las restricciones sanitarias han influido en el cierre de muchas fronteras". Como consecuencia, muchos migrantes se quedaron atrapados, sin poder avanzar hacia su destino ni poder regresar a sus hogares. "Muchos se quedaron a mitad de camino, sin posibilidad de avanzar ni de retroceder".
"La pandemia también ha puesto de manifiesto la fragilidad de los desplazados internos, que todavía 'no entran en el sistema internacional de protección que brinda la legislación internacional en materia de refugiados' y a menudo se quedan sin la protección adecuada".
Entre las lacras que afectan a la migración, el Papa se refirió en concreto a la "trata de seres humanos", que definió como "una llaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea, una llaga en la carne de Cristo, es un delito contra la humanidad".
"Hay que prevenir esta lacra (la trata de personas) mediante el apoyo a las familias y la educación, y proteger a las víctimas con programas que garanticen su seguridad, 'la protección de la intimidad, un alojamiento seguro y una adecuada asistencia social y psicológica'".
En concreto, "los niños más pequeños y las mujeres merecen una atención especial".
En este contexto, aun reconociendo "el derecho exclusivo de los Estados a gestionar sus propias fronteras", subrayó que la Santa Sede "espera un compromiso regional común, sólido y coordinado, destinado a situar a la persona y su dignidad en el centro de todo ejercicio político".
El Papa dijo que "el principio de la centralidad de la persona humana obliga a anteponer siempre la seguridad personal a la nacional. Las condiciones de los emigrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados, requieren que se les garantice la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos".
Pero no todo pueden ser acciones específicas a un problema concreto, sino que los problemas y peligros a los que se enfrentan los migrantes deben encontrar una respuesta global. Así, "además de estas protecciones, es necesario adoptar mecanismos internacionales específicos que den una protección concreta y reconozcan el 'drama a menudo invisible' de los desplazados internos, relegados 'a un segundo plano en las agendas políticas nacionales'", resaltó el Pontífice.
La crisis climática es otro elemento que, además de forzar a la migración en aquellas regiones donde se padecen con más fuerza sus efectos, implica nuevos riesgos para el migrante. Por ello, el Papa reclamó medidas para "nuestros numerosos hermanos y hermanas que se ven obligados a huir debido a la aparición de la grave crisis climática".
Estas medidas "deben ir acompañadas de políticas regionales de protección de nuestra 'Casa común' destinadas a paliar el impacto tanto de los fenómenos climáticos como de las catástrofes medioambientales provocadas por el hombre en su labor de acaparamiento de tierras, deforestación y apropiación del agua".
"Estas violaciones atentan gravemente contra los tres ámbitos fundamentales del desarrollo humano integral: la tierra, la vivienda y el trabajo", aseveró el Pontífice.
La pandemia de coronavirus se ha sumado al sistema económico injusto y a la crisis climática como tercer elemento que empeora las condiciones de los migrantes. En concreto, ha causado grandes estragos en el ámbito educativo causando una crisis "sin precedentes".
Una crisis "agravada por las restricciones y el aislamiento forzoso que han puesto de manifiesto las desigualdades existentes y han aumentado el riesgo de que los más vulnerables caigan en las traicioneras redes de tráfico dentro y fuera de las fronteras nacionales".
En resumen, "ante los nuevos retos, debe intensificarse la colaboración internacional para prevenir la trata, proteger a las víctimas y perseguir a los delincuentes. Esta acción sinérgica se beneficiará en gran medida con la participación de las organizaciones religiosas y las Iglesias locales, que ofrecen no sólo asistencia humanitaria sino también acompañamiento espiritual a las víctimas".
"En tiempos de inconmensurable sufrimiento causado por la pandemia, la violencia y los desastres ambientales, la dimensión espiritual no puede ni debe ser relegada a una posición secundaria con respecto a la protección de la salud física", insistió el Papa Francisco.
El Papa Francisco concluyó su mensaje afirmando que "la Iglesia camina junto a los pueblos de Centroamérica, que han sabido afrontar las crisis con valentía y ser comunidades que acogen, y los exhorta a perseverar en la solidaridad con confianza mutua y esperanza audaz".