Por Blanca Ruiz
La Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) presentó la campaña "Me duele África" con la que pretenden recaudar 8 millones de euros para atender todas las necesidades espirituales y materiales en el África Subsahariana, donde está teniendo lugar uno de los mayores procesos de radicalización islámica del mundo.
Con motivo del Día de Africa, que se celebra mañana 25 de mayo, ACN lanzó un mensaje de sensibilización ante la situación que están pasando muchos de estos países de este gran continente en donde la pobreza, la corrupción y los enfrentamientos étnicos están dando lugar a una radicalización yihadista.
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Según el informe de Libertad Religiosa en el mundo 2021, en el 42% de los países de este continente se discrimina o se persigue violentamente a los ciudadanos por su fe. Además, de los 54 países que componen este continente, en 23 hay graves violaciones a la libertad religiosa, mientras que en 12 países de África hay una persecución extrema.
Javier Menéndez Ros, director de ACN España, aseguró que "nos duele África y nos gustaría que doliera también a la sociedad española" porque "África está sufriendo uno de los mayores procesos de radicalización islámica del mundo", como se muestra en el Informe sobre Libertad Religiosa, presentado recientemente por ACN.
En ese sentido. Menéndez Ros explicó que África se ha convertido en "el nuevo Oriente Medio" ya que "extremistas islámicos con experiencia en Siria e Irak" se han desplazado hasta ese continente y utilizan niños soldados, violan como arma de guerra y decapitan en masa a los varones que no se une a la yihad.
También precisó que grupos terroristas presentes en el continente se han ido uniendo poco a poco a los grandes grupos terroristas mundiales, como AlQaeda, Al Shabaab o ISIS, cuya pretensión no es comenzar conflictos nuevos, sino adquirir territorios y financiarse a través de los múltiples recursos naturales que tiene el continente.
Según el director de ACN, República Democrática del Congo sería uno de los países más afectados "si unimos el número de atentados y el número de personas desplazadas, quizás sea el que tiene una situación más preocupante". Allí el Estado Islámico se instaló desde el año 2019 y declaró que era la provincia del África central del Estados Islámico y desde entonces "hay más de 3 millones de personas desplazadas, y según los Obispos del país, existe un proyecto a gran escala de islamizar el país y expulsar las poblaciones autóctonas. También se produjeron 7.500 secuestros, donde se les pide la conversión al islam".
También destacó la situación de Nigeria, que es "el país más letal para los cristianos en el mundo desde hace más de 6 años", métodos del terror para provocar el pánico y el desplazamiento de poblaciones entera. "Nigeria lejos de apaciguarse, sigue siendo un país objeto del terror yihadista", precisó.
Burkina Faso, donde el 60% del territorio es actualmente inaccesible debido a la presencia de yihadistas y grupos violentas locales desde finales del año 2020; o Mozambique, en donde la convivencia era pacífica entre cristianos y musulmanes, hasta la llegada del grupo terrorista Al Sabah, que inició una serie de virulentos ataques contra cristianos y musulmanes que no adhirieran a la ley islámica.
Este grupo yihadista se hizo con el control de Cabo Delgado, en la zona norte del país, provocando más de 100 ataques, poblados enteros arrasados, así como 600 mil desplazados y realizando grandes atrocidades como la decapitación de niños.
La hermana Blanca Nubia Zapata, carmelita Teresa de San José, participó en la presentación de esta campaña desde Cabo Delgado (Mozambique) y explicó que la presencia de la iglesia en este país pretende "dignificar la vida de nuestra gente, rescatarla y velar por todos los derechos humanos de todos los ciudadanos quedan sufrido esta violencia, este enorme drama humano. Nosotros queremos ayudarles y estar con todo el pueblo".
La campaña "Me duele África" de Ayuda a la Iglesia Necesitada a nivel internacional quiere recaudar 8 millones de euros para financiar proyectos de reconstrucción de iglesias, así como el sostenimiento de los sacerdotes y religiosas que, aun siendo ellos también víctimas y desplazados, están a disposición de sus comunidades para sanar las heridas.
