En el mensaje se destaca que este tiempo de pandemia lleno de dificultades ha sido también una gran oportunidad para "tocar las llagas de Cristo y descubrir que, detrás de sus heridas, encontramos el dolor y sufrimiento de nuestros hermanos".
Haciendo referencia a Santa Teresa de Jesús, precisaron que en estos "tiempos recios", donde se necesitan amigos fuertes de Dios, se invita a "recuperar el sentido de nuestra vida sabiéndonos frágiles y necesitados de salvación".
También destacan que se están llevando a cabo "iniciativas excepcionales" para detener el contagio del coronavirus y también para proteger a las personas "de los tragicos zarandeos que han herido especialmente a los vulnerables y más empobrecidos".
Por eso recuerdan que "la Eucaristía nos ofrece el don de poder amasar de forma inseparable la caridad y la vida de los pobres", "en esta unión descubrimos la esencia de la dignidad humana que cobra sentido al enraizarse en el mismo Jesucristo".
Y aseguran que ante el Cuerpo de Cristo toman conciencia de que es tiempo de "cuidar y acompañar tanto sufrimiento" porque "la pandemia está dejando tras de sí muchas vidas rotas y profundas heridas que, sin embargo, están siendo cicatrizadas gracias al fomento de los lazos de colaboración, ayuda mutua y redes comunitarias que brotan de la fraternidad en una comunidad que sostiene".
Por eso los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social animaron a que "sean muchos más los cristianos que se comprometan con los más pobres y excluidos de nuestra sociedad".
"Cáritas, con sus trabajadores y equipos de voluntarios, hace cada mañana que las fronteras y los muros se concreten en la dimensión universal de la caridad", destacaron.
También aseguraron que "Dios se hace carne y se presenta como compañero de viaje. Él atraviesa la vida de cada pueblo, ciudad, hospital, escuela o centro de trabajo. Y lo hace por medio de sus discípulos, de los pobres y víctimas de esta crisis".
Y aseguran que "aunque este año no salgamos por las calles acompañando al Señor sacramentado en procesión, proclamemos nuestra fe y hagamos de nuestras parroquias, comunidades, oratorios y de nosotros mismos, custodias del Cristo que comulgamos como expresión de nuestro amor agradecido y fuente de bendición para muchos".
También animan a la adoración del Señor en el Pan Eucarístico, porque de esa manera "nos adentramos en el dinamismo del gozo, la alegría y la esperanza que necesita nuestro mundo".
"Una esperanza que brota de la presencia de Cristo en el mundo y entre nosotros, de sus salidas a los caminos de este mundo sufriente por los estragos del coronavirus para convocar a todos a la alianza del Espíritu", precisan.
Y se encomendaron a la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, un hogar en donde "se fraguaba cada día la caridad, con pensamientos, palabras y obras y pedimos al Señor que nos encuentre dignos de su presencia por haber hecho con nuestro prójimo ejercicio creíble de la caridad".
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