¿Quién es el Espíritu Santo que Jesucristo nos ha revelado? Es la pregunta que respondió el Obispo de San Sebastián (España), Mons. José Ignacio Munilla, como parte de sus reflexiones sobre el Compendio del Catecismo, y que publicamos a pocos días de celebrar la Solemnidad de Pentecostés.
En un video de octubre de 2020, el Prelado recordó que el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica señala que el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, "es Dios como el Padre y como el Hijo, es uno igual al Padre y al Hijo, y su origen es desde el Padre y desde el Hijo".
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Mons. Munilla resaltó que estas palabras pueden recordar al Credo niceno-constantinopolitano, donde se resalta este vínculo entre las tres personas de la Santísima Trinidad.
El Prelado recordó que después de la Última Cena, Jesús anunció el envío del Espíritu Santo, y este Paráclito -que significa "defensor"-, es enviado en el momento que "la humanidad de Jesucristo ha sido glorificada", es decir, cuando "Jesucristo ha muerto y ha resucitado".
"El hecho que Pentecostés tenga lugar después de que Jesús ha muerto, ha resucitado y ha ascendido a los cielos, quiere decir que es la humanidad glorificada de Jesucristo, es la fuente también de que se nos envía el Espíritu Santo, es enviado por el Padre y por el Hijo", indicó.
En referencia a un ejemplo dado por San Juan Crisóstomo, Mons. Munilla indicó que la efusión del Espíritu Santo es como un perfume muy oloroso que se encuentra perfectamente guardado en un envase hermético, de manera que no se pueda percibir su aroma.
"Imagínate que alguien coge con fuerza ese frasco de perfume y lo tira al suelo, y se rompe el cristal, y entonces ese perfume que estaba dentro difunde su olor por toda la habitación, por toda la casa", señaló.
El Prelado indicó que "en la muerte y glorificación de Jesucristo es cuando se infunde el Espíritu Santo a toda la humanidad", y recordó que el agua que brota del costado de Cristo cuando es traspasado por la lanza "es imagen del don del Espíritu Santo que procede de Cristo glorificado".
Finalmente, animó que al rezar el Credo y señalar que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, tomemos conciencia que esta expresión ha nacido del Concilio de Florencia, que en el año 1438 explicaba que "el Espíritu Santo tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración".