El Obispo de Astorga, Mons. Jesús Fernández González, escribió una carta con motivo de la próxima beatificación de las mártires laicas de Astorga que tendrá lugar el próximo 29 de mayo.
La carta destaca que la Iglesia diocesana de Astorga está de fiesta ya que "la beatificación de nuestras mártires pone de manifiesto que, por la fuerza de Cristo resucitado, el amor ha vencido al odio, la vida a la muerte, el perdón a la venganza", por lo que este acontecimiento será "un motivo para la glorificación de Dios".
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En ese sentido Mons. Fernández explicó que "es necesario conservar la memoria de los cristianos que han sacrificado su vida para ratificar su fe" y que estas mártires laicas son "modelo y estímulo de vida cristiana" y que "ponen en valor la vocación laical".
"Nuestras mártires no estaban vinculadas a ninguno de los dos bandos que pugnaban en la contienda, en coherencia con el espíritu de imparcialidad de la propia Cruz Roja, que acudía allí donde se la llamaba, independientemente quien controlara el lugar. Ellas no empuñaron ningún arma, ni siquiera utilizaron la palabra para atacar a nadie. Simplemente movidas por una humana compasión y una virtuosa caridad cristiana, se apuntaron a un voluntariado sanitario aun conociendo los riesgos y peligros que corrían", aseguró en su carta.
También destacó que las tres jóvenes aceptaron la muerte como "testimonio de fe cristiana", lo que se demuestra por el hecho de que murieran "aclamando a Cristo Rey, que en ningún momento se desprendieran de los objetos religiosos que portaban, que se preparan a lamerte orando sin ocultarse. Además se dejaron matar sin usar la violencia, sin defenderse y perdonando a sus verdugos".
Un ejemplo que se mostró también en el momento final, "cuando los milicianos se aproximaban al Hospital de Sangres de Somiedo, no huyeron, se quedaron al lado de los heridos a sabiendas de lo que podía sucederles".
De hecho se les dio la oportunidad de apostatar "pero no lo hicieron manteniéndose con gran entereza tanto en el momento del arresto como a lo largo del mismo".
Mons. Fernández explica en la carta que "el punto de partida de la Iglesia es el amor a Dios pues a través de ella quiere salvar a la humanidad" y que Cristo es el "mártir por antonomasia" porque "lo decisivo en la condición de mártir no es la forma en la que muere, sino la causa por la que muere".
"Es el momento en el que con más fuerza y nitidez brilla el poder del Espíritu Santo. El mártir no es un extremista que lleva la fidelidad a extremos exagerados", afirmó.
"No creemos exagerado afirmar que, para las tres mártires, si doloroso era afrontar su propia muerte, tanto o más lo era afrontar el sufrimiento que iba a causar a su familia y amistades. Pero de ninguna manera se plantearon en defraudar a Dionisíaco defraudar la fe de los suyos", destacó.
El Obispo de Astorga también explicó que "Pilar, Octavia y Olga eran tres jóvenes con toda la vida por delante. Sólo una gran esperanza podía capacitarlas para renunciar a ella. Y sólo un gran amor podía sostener esta esperanza: el amor a Jesucristo" y es a través del sufrimiento y el sacrificio por donde el mártir expresa que Jesucrirsto es el amor de su vida, aquél del que se fija absolutamente".
"Los mártires son testigos de la verdad vivida. Ciertamente, "los mártires no nos enseñan primordialmente a morir, sino a vivir. Pero no de cualquier manera, sino de manera más seria, responsable y radical, según el Evangelio. Su memoria es siempre peligrosa y oportuna. Peligrosa porque pone en crisis nuestro estilo de vida... Oportuna porque reenciende el fervor vocacional y enardece los ánimos para secundar los compromisos iniciados", destacó el Prelado en la carta.
Y recordó que Pilar, Octavia y Olga eran unas jóvenes normales "pero su vida, tal y como la describen los testigos, fue enteramente ejemplar, respondiendo a la gracia recibida con el bautismo y entrando en la ley del hacer el bien y evitar el mal, en la ley de la imitación de Cristo, y así obtuvieron la gracia de la perseverancia final".
Mons. Fernández insiste en que existe un "problema serio y de fondo con la verdad, víctima del relativista y del oportunismo de las ideologías". pero que el testimonio de las mártires "a modo de salvavidas, nos mantiene a flote en la verdad que liberta y por la que ella estuvieron dispuestas a dar la vida".
"Ellas expresaron con el don de sus vidas el acto supremo de fe, esperanza y caridad. Bautizadas, en el seno de la Iglesia aprendieron a creer y a manifestar personalmente su fe. La Iglesia, a través de la parroquia y asociaciones eclesiales fue para ellas Madre que engendró, nutrió y robusteció su fe. Por eso son ahora verdaderos tesoros de nuestra Iglesia diocesana; son como centinelas de Dios que nos llaman a levantar la mirada al cielo, brújulas que nos orientan hacia la Patria definitiva", aseguró.
Puede leer la carta íntegra AQUÍ.