Rosa Ciriquiain es cuñada de Amparo Portilla, que fue declarada venerable por el Papa Francisco el pasado 24 de abril. Rosa recuerda su "bondad sin estridencias" y "su gran amor a la Virgen" de esta mujer que fue madre de 11 hijos y que podría ser declarada santa.
Según explicó Rosa Ciriquiain a ACI Prensa, todavía recuerda cuando conoció a Amparo Portilla hace más de 56 años. "Además de guapísima, recuerdo cómo atendía a la gente. Cómo se preocupaba por todo el mundo. Ella no le daba importancia, pero no consentía que se hablara mal de nadie, tenía una paciencia infinita. Cuando le vino la enfermedad, estas cualidades se multiplicaron. Ella estaba muy metida en el mundo, pero fue aún más cariñosa y ayudaba aún más a pesar de la enfermedad", aseguró.
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Amparo Portilla nació en Valencia (España) en 1925. Con 12 años perdió a su padre, que falleció en la Guerra Civil Española y se vio obligada a dejar sus estudios.
Fue maestra y catequista en Valencia. En 1950 se trasladó a Madrid y se casó con Federico Romero. Ambos se incorporaron a la Obra Apostólica Familiar, institución de la que llegó a ser líder nacional.
Tuvo 11 hijos y siempre estuvo especialmente comprometida con la pastoral familiar. Se apoyaba especialmente en Dios, una confianza que cultivó con la asistencia y Misa diaria, que le ayudó a vivir con sentido cristiano la dolorosa enfermedad que padeció cuando le detectaron un cáncer de pulmón en 1994 y por la que falleció en 1996.
Rosa Ciriquiain también explicó cómo, a pesar de que entonces no era costumbre, Amparo enseñaba a leer y escribir a las jóvenes que le ayudaban en casa. También les enseñaba el catecismo.
"Una vez asistió a una mujer gitana que se había caído en la calle y sangraba. Amparo llevó a los hijos de la mujer gitana a su casa mientras ella la acompañaba al hospital para que la atendieran", recordó a ACI Prensa.
La cuñada de Amparo Portilla destacó de esta nueva venerable "su bondad sin estridencias. Sabía perdonar, sabía querer, acompañar. Era muy normal, muy cariñosa, era alguien especial…" y lo hacía porque "se apoyaba en Dios. Era devotísima de la Virgen, todo se lo pedía a ella y la Virgen se lo concedía".
"Recuerdo cómo rezaba el rosario en familia, cómo sonreía cuando miraba el cuadro de la Virgen y la medalla de Hija de María que siempre llevaba al cuello", asegura Rosa.
Y aunque Amparo ha concedido algunas gracias especiales, todavía no se cuenta con un milagro realizado por su intercesión.
"La Iglesia es muy cauta en esto. Pero aunque no hay un milagro como tal, sí sabemos que la mano de Amparo ha estado en muchos procesos. Aunque diría que su especialidad son los favores espirituales. Personas que estaban lejos de la fe, y se le ha pedido a Amparo que volvieran a la Iglesia y lo han hecho".