El Papa Francisco invitó a acudir a una iglesia cercana para rezar ante el Sagrario.
"Los animo a que hagan una pausa para ir a la iglesia más cercana, a sentarse un rato delante del Sagrario. Déjense mirar por el amor infinito y paciente de Jesús, que allí los espera, y contémplenlo con los ojos de la fe y del amor. Él les dirá muchas cosas al corazón. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los cuide", dijo el Papa en la Audiencia General de este 5 de mayo.
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El Santo Padre dedicó su catequesis semanal a "la oración de contemplación" y subrayó que "este acto de amor en el diálogo silencioso con Jesús ha hecho mucho bien a la Iglesia" por lo que recordó que "hay una única gran llamada en el Evangelio, y es la de seguir a Jesús por el camino del amor".
Asimismo, el Papa señaló que "en Jesucristo, en su persona y en el Evangelio, no hay contraposición entre contemplación y acción" y advirtió que algunos maestros de espiritualidad del pasado dijeron que la contemplación era opuesta a la acción por lo que exaltaron las vocaciones "que huyen del mundo y de sus problemas para dedicarse completamente a la oración".
Sobre el pensamiento de que existe una contraposición entre la contemplación y la acción, el Papa alertó que es la influencia "de algún filósofo neoplatónico, pero seguramente se trata de un dualismo que no pertenece al mensaje cristiano", sino que más bien, si es posible rezar y contemplar en la vida cotidiana.
"Hay una única gran llamada en el Evangelio, y es la de seguir a Jesús por el camino del amor. Este es el ápice, es el centro de todo. En este sentido, caridad y contemplación son sinónimos, dicen lo mismo", indicó el Papa.
En esta línea, el Santo Padre recordó que "San Juan de la Cruz sostenía que un pequeño acto de amor puro es más útil a la Iglesia que todas las demás obras juntas" y agregó que "lo que nace de la oración y no de la presunción de nuestro yo, lo que es purificado por la humildad, incluso si es un acto de amor apartado y silencioso, es el milagro más grande que un cristiano pueda realizar".
"Ser contemplativos no depende de los ojos, sino del corazón. Y aquí entra en juego la oración, como acto de fe y de amor, como 'respiración' de nuestra relación con Dios. La oración purifica el corazón, y con eso, aclara también la mirada, permitiendo acoger la realidad desde otro punto de vista", afirmó.
Por ello, el Santo Padre recordó que el Catecismo de la Iglesia Católica describe esta transformación del corazón por parte de la oración citando un famoso testimonio del Santo Cura de Ars: "La oración contemplativa es mirada de fe, fijada en Jesús. 'Yo le miro y Él me mira', decía a su santo cura un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario… La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres".
"Todo nace de ahí: de un corazón que se siente mirado con amor. Entonces la realidad es contemplada con ojos diferentes. '¡Yo le miro, y Él me mira!'. Es así: en la contemplación amorosa, típica de la oración más íntima, no son necesarias muchas palabras: basta una mirada, basta con estar convencidos de que nuestra vida está rodeada de un amor grande y fiel del que nada nos podrá separar", explicó el Papa.