Este sábado 1 de mayo, el Papa Francisco presidió el rezo del Rosario para la inauguración de la anunciada maratón de oración por el fin de la pandemia que se extenderá durante todos los días del mes mayo en los santuarios del mundo.
La cita se llevó a cabo 6 de la tarde (hora de Roma) ante cientos de personas al interior de la Capilla Gregoriana de la Basílica de San Pedro.
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El Papa ingresó a la capilla en silencio y oración, acompañado en procesión por un grupo de jóvenes que portaban velas encendidas mientras el coro de la Diócesis de Roma entonaba el Ave María de Lourdes.
El Santo Padre, frente al ícono de la Virgen del Socorro, dio unas palabras iniciales: "Al inicio del mes dedicado a la Virgen, nos unimos en oración con todos los Santuarios esparcidos en el mundo entero, con los fieles y con todas las personas de buena voluntad, para confiar en las manos de nuestra Santa Madre toda la humanidad, duramente probada por este periodo de pandemia".
"Cada día de este mes de mayo confiaremos a ti, Madre de la Misericordia, las muchas personas que han sido tocadas por el virus y que continúan a padecer las consecuencias", confirmó.
También se dirigió los "hermanos y hermanas difuntos, las familias que viven el dolor y la incertidumbre del mañana, los enfermos, médicos, científicos y enfermeros, comprometidos en primera línea en esta batalla, los voluntarios y todos los profesionales, que han dado su valioso servicio a favor de los otros".
Asimismo recordó a "las personas en luto y dolor, y aquellas que con una sencilla sonrisa y una buena palabra han llevado consuelo a quienes estaban en la necesidad, a cuantos, sobre todo mujeres, que han sufrido violencia al interior de los muros domésticos por el cierre forzado y a cuantos desean retomar con entusiasmo los ritmos de la vida cotidiana".
"Madre del Socorro, acógenos bajo tu manto y protégenos, sostennos en la hora de la prueba y enciende en nuestros corazones la luz de la esperanza para el futuro", añadió.
Luego de estas palabras se dio inició al Santo Rosario con el rezo de los Misterios Gloriosos, introducidos con la lectura de un pasaje del Evangelio. Los misterios fueron guiados por diferentes personas entre adolescentes, jóvenes y ancianos.
Posterior al rezo de los misterios, la Salve Regina y las letanías, el Papa hizo una oración final y bendijo los Rosarios que serán enviados a los santuarios marianos del mundo que participarán en la maratón de oración.
Al término de la inauguración, el Santo Padre impartió una bendición a los fieles.
La iniciativa de oración, nacida por deseo del Papa, es impulsada por el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización e involucra a treinta santuarios marianos de todo el mundo.
El 31 de mayo, el Papa Francisco dirigirá el rezo del Rosario en los Jardines Vaticano para concluir la maratón de oración.
A continuación, la oración que el Papa Francisco recitó durante la inauguración de la maratón del Rosario.
Oración final del Papa Francisco
Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios.
En la presente situación dramática, cargada de sufrimientos y de angustias, que abarca a todo el mundo, recurrimos a Ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, dirige a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia del coronavirus, y consuela a quienes están perdidos y lloran por sus queridos difuntos, sepultados a veces en una forma que hiere el alma.
Sostiene a quienes están angustiados por las personas enfermas, a las cuales, para impedir el contagio, no pueden estar cerca.
Infunde confianza en quien está en ansia por el futuro incierto y por las consecuencias sobre la economía y sobre el trabajo.
Madre de Dios y Madre Nuestra, implora de Dios para nosotros, Padre de misericordia, que esta dura prueba termine y que vuelva un horizonte de esperanza y de paz.
Como en Caná, interviene ante tu Hijo Divino, pidiéndole de consolar a las familias de los enfermos y de las víctimas y de abrir su corazón a la confianza.
Protege a los médicos, los enfermeros, el personal sanitario, los voluntarios que en este periodo de emergencia están en primera línea y ponen en riesgo su vida para salvar otras vidas.
Acompaña su cansancio heroico y dona a ellos la fuerzan, bondad y salud.
Permanece al lado de quienes, por la noche y de día, asisten a los enfermos y a los sacerdotes que, con cura pastoral y compromiso evangélico, buscan ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y de las mujeres de ciencia, para que encuentren soluciones correctas para vencer este virus.
Asiste a los responsables de las naciones, para que actúen con sabiduría, cura y generosidad, socorriendo a quienes les falta lo necesario para vivir, programando soluciones sociales y económicas con lucidez y con espíritu de solidaridad.
María Santísima, toca las conciencias para que las grandes sumas (de dinero) usadas para aumentar y perfeccionar los armamentos sean en cambio destinadas a promover adecuados estudios para prevenir similares catástrofes en el futuro.
Madre amadísima, haz crecer en el mundo el sentido de pertenencia a una única grande familia, en la conciencia del vínculo que a todos une, para que con espirito fraterno y solidario ayuden a las muchas pobrezas y a las situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio, la constancia en la oración.
O María, Consoladora de los afligidos, abraza a todos tus hijos tributados y obtiene que Dios intervenga con su mano omnipotente a liberarnos de esta terrible epidemia, para que la vida pueda volver a su curso normal con serenidad.
Confiamos en Ti, que resplandeces sobre nuestro camino como signo de salvación y de esperanza, o clemente, o pía, o dulce Virgen María. Amen
Conduce los pasos de tus peregrinos que desean rezarte y amarte en los santuarios dedicados a ti en todo el mundo bajo los títulos más diversos que llaman tu intercesión, sé para cada uno, una guía segura. Amen.