El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, recordó que es "urgente" que el mundo laboral sea un espacio lleno del amor cristiano, que construye paz y edifica a la humanidad; y no una plataforma de lucha azuzada por el marxismo, que promueve el conflicto y la violencia.
En el marco del Año de San José y con motivo de la Fiesta de San José Obrero que se celebra el 1 de mayo, Mons. Fernández recordó que esta fecha fue instituida en 1955 por el Siervo de Dios, Papa Pío XII, y que su "origen viene del Día Internacional del Trabajo, con reivindicaciones por parte del mundo obrero de sus legítimos derechos".
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El Prelado animó a tener presente el mensaje del Papa Pío XII, que dijo que "lejos de ser un despertar de la discordia, el odio y la violencia, es y será una invitación recurrente a la sociedad moderna a hacer lo que todavía falta a la paz social. Fiesta cristiana, por tanto, un día de júbilo concreto y progresivo de los ideales de la gran familia del trabajo".
En ese sentido llamó que hoy en día "todas esas reivindicaciones" en el mundo laboral, "en lugar de ser propuestas por el odio y la lucha de clases, vengan propuestas por el amor cristiano, que siembra la paz en todos sus entornos".
También animó a mirar el ejemplo de San José, un "artesano" que junto a Jesús "ganaron el pan de cada día con el sudor de su frente". Ambos "pueden arrojar luz a todo el mundo del trabajo, en el que se desenvuelve gran parte de nuestra vida".
"Lo que el Hijo de Dios ha tocado ha quedado redimido, decían los santos Padres con su argumento soteriológico. Si el Hijo de Dios ha trabajado con sus manos, todo ese mundo ha quedado redimido. Y a Jesús fue San José quien le enseñó el trabajo manual como sustento de sus vidas", dijo.
Mons. Fernández dijo que según "la doctrina social de la Iglesia, el trabajo ha venido a constituirse como el centro de la cuestión social. Porque en el mundo del trabajo se encuentran las relaciones sociales de obreros y empresarios, de sindicatos y patronales".
En ese sentido, afirmó que "si este mundo es azuzado por el marxismo, la lucha de clases y el odio, el trabajo se convierte en una plataforma de lucha e incluso de violencia y de conflicto".
"Por eso, es urgente que en este mundo del trabajo entre de lleno el amor cristiano, que construye y edifica la ciudad terrena, y convierte el universo laboral en un clima de concordia y buenas relaciones", añadió, y afirmó que la tarea de todo cristiano "está presente en su propio trabajo y se santifica por medio de su propio trabajo".
Al respecto, recordó a "los movimientos especializados de la Acción Católica, que viven su fe en esa frontera del mundo del trabajo, tan agitado en muchas ocasiones por las injusticias que padece. La JOC, la HOAC, la ACO y todos los movimientos obreros católicos tienen constantemente ese reto de hacer presente el amor de Cristo en las periferias existenciales del trabajo cotidiano".
Mons. Fernández dijo que estos grupos católicos de trabajadores "deben mantener su identidad católica y la comunión eclesial con los demás grupos eclesiales y con los pastores, porque si la sal se vuelve sosa no sirve más que para tirarla y que la pisen".
Pero, también, "deben acercarse, encarnarse en el mundo obrero, para hacer presente al 'Hijo del carpintero' y empapar toda la realidad laboral con un sentido cristiano de justicia, de solidaridad cristiana, que brota del amor".
El Prelado saludó de forma especial a la fundación HOAC por su 75 aniversario y recordó a los fieles el ejemplo del Siervo de Dios Guillermo Rovirosa, que inició esta obra "con un gran amor a Cristo y a su Iglesia, y una gran pasión por el mundo obrero".
"Necesitamos también hoy santos de este calibre, que inmersos en el mundo obrero, trabajen por la paz social y la justicia inmersos en el mundo obrero y apasionados con el amor de Cristo", subrayó.
Finalmente, el Prelado pidió la especial intercesión de San José, patrono de los trabajadores, en el marco de su Año, que fue instaurado por el Papa Francisco del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021 para conmemorar los 150 años de su declaración como Patrono de la Iglesia universal.
"La fiesta de san José obrero, en este año josefino, es ocasión de recurrir al Patriarca de la Iglesia Universal para que suscite en el mundo del trabajo ese amor con el que él enseñó a Jesús el trabajo de sus manos y nos alcance con su intercesión y nuestra colaboración un trabajo digno para todos, pues el hombre se construye con la acción de Dios y la obra de sus propias manos", concluyó.