Este sábado 17 de abril el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, beatificó a seis monjes cistercienses mártires de la Eucaristía.
El Purpurado italiano presidió la Misa de beatificación en la Abadía cisterciense de Casamari en Italia, donde están sepultados los sacerdotes Simeon Cardon, Domenico Zawrel, y los religiosos Maturino Pitri, Albertino Maisonade, Modesto Burgen y Zosimo Brambat, que el 13 de mayo de 1799 fueron asesinados por odio a la fe mientras defendían la Eucaristía.
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Según señala Vatican News, el Cardenal Semeraro dijo en su homilía que el martirio de los nuevos beatos es "lejano en el tiempo" pero esto "no lo hace menos relevante".
"Eran hombres frágiles y temerosos: vulnerables, como lo somos todos un poco y como se demuestra especialmente en esta fase de pandemia", aseguró el Cardenal.
"Estos mártires no eran héroes de 'cómic', sino personas normales. Eran hombres temerosos, como lo somos todos. No eran 'guerreros', sino testigos del amor de Jesús que dijo a sus discípulos: '¡No tengan miedo!'".
El Prefecto resaltó que el testimonio de estos mártires también habla a la gente de hoy: "Ninguno de nosotros podrá perseverar en el seguimiento de Cristo sin tribulación, sin conflicto, sin 'combate espiritual'", indicó.
El Cardenal Semeraro resaltó la importancia de este combate "para dar muerte a los propios deseos y afectos desordenados para hacer siempre y en todo la voluntad de Dios" como lo hicieron estos monjes.
"Ellos se ocupan de nosotros. Esta es la reconfortante certeza que debe invadir nuestros corazones", subrayó.
Luego del rezo del Regina Caeli este domingo en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco afirmó que "en 1799, cuando los soldados franceses en retirada de Nápoles saquearon iglesias y monasterios, estos mansos discípulos de Cristo resistieron con valentía heroica, hasta la muerte, para defender la Eucaristía de la profanación".
"Su ejemplo nos empuja a un mayor compromiso de fidelidad a Dios, capaz también de transformar la sociedad y de hacerla más justa y fraterna. ¡Un aplauso para los nuevos Beatos!", dijo el Pontífice.
El martirio en Casamari
En la noche del 13 de mayo de 1799, el monasterio cisterciense de Casamari (Italia), fue escenario del asesinato de cinco religiosos por parte de revolucionarios franceses que trataban de crear en el antiguo Reino de Nápoles una república satélite de la República Francesa. Un sexto monje de la comunidad fue asesinado tres días después.
En el contexto de la revolución francesa, la recién instaurada República intentó establecer un régimen aliado en el Reino de Nápoles, que ocupaba el centro y la mitad sur de la actual Italia, donde reinaba la Casa de Borbón.
Sin embargo, el intento fracasó y los revolucionarios huyeron de forma desorganizada hacia el norte, presionados por las tropas borbónicas y sus aliados ingleses.
En la huida saquearon varias localidades italianas, asesinando a muchos lugareños y se ensañaron con el clero y con las propiedades de la Iglesia.
Después de saquear y profanar el famoso monasterio de Montecassino, los revolucionarios franceses llegaron a la localidad de Isola del Liri, donde el 12 de mayo de 1799 asesinaron a más de quinientas personas que se habían refugiado en el interior de la iglesia de San Lorenzo Mártir.
Al día siguiente, los revolucionarios llegaron a la Abadía de Casamari con la intención de saquearla y llevarse el botín. Cuando llegaron, algunos de los monjes huyeron, pero seis de ellos se quedaron para proteger la Eucaristía.
La abadía carecía de objetos de valor para los revolucionarios que, cegados por la rabia de no poder llevarse riquezas y por su odio anticlerical, asesinaron con sus bayonetas a cinco de los monjes. El sexto monje, Fr. Zosimo Brambat, murió tres días después.