El Arzobispo de Alepo (Siria), Mons. Jean-Clément Jeanbart, cuenta cómo su pueblo continúa viviendo la Pascua arraigado a Cristo, a pesar de que la guerra en Siria entre el gobierno de Bashar al-Ásad y varias facciones se ha prolongado durante una década.
Desde marzo de 2011, la guerra ha dejado varios cientos de miles de muertos y la mitad de la población del país desplazada o en campos de refugiados.
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En este contexto, el reportero del National Catholic Register, Peter Jesserer Smith, le preguntó Arzobispo de Alepo sobre lo que significa ser un discípulo de Jesucristo en Siria y cómo ha sentido la presencia de Dios durante la última década. También hablaron sobre el impacto de las continuas sanciones económicas de Estados Unidos sobre los cristianos de Siria.
Mons. Jeanbart dijo que "estas celebraciones de la Resurrección nos dan la esperanza de que vendrá la paz y que todas las sanciones y boicots, y todo lo que estamos soportando ahora, desaparecerán porque la gente no tiene la posibilidad normal de mantenerse y vivir. Nuestra gente sufre mucho".
Además de sufrir las consecuencias de diez años de guerra, los sirios deben soportar los efectos de las sanciones económicas internacionales impuestas al régimen de Bashar al-Asad por crímenes de guerra.
"El dinero es ahora muy difícil de encontrar porque la inflación ha destruido todas las posibilidades de que la gente compre y viva. Estos dos últimos años, la gente ha perdido diez veces el valor de su dinero. Lo que necesitamos y lo que queremos es que la gente viva. Y todo lo que hacemos, o lo que hago, es ayudarlos a comer y a seguir adelante", agregó.
El prelado aseguró, además, que Jesús está presente en medio del sufrimiento de su pueblo y de su trabajo, sobre todo en esta Pascua.
"Mi experiencia es que está presente. En lo que he hecho, y he hecho mucho, lo sentí. Sentí su presencia conmigo. Sentí su providencia caminando conmigo. Sentí su amor llenando mi corazón para amar a la gente, a mi gente, y creó en mi corazón muchos buenos sentimientos hacia todos, los cristianos pero también los musulmanes", dijo.
Además, comentó que con la resurrección de Jesús, "ahora vivimos en Cristo" y "ya no somos los hombres que solíamos ser".
"Un cristiano debe recordar que se ha revestido de la muerte de Cristo, que ahora está lleno de Jesucristo, y que debe dejar que Jesús se muestre a través de sus acciones, a través de su amor, de su fe, de su bondad, y atraiga gente a Jesús", dijo.
"El domingo, de madrugada, celebramos la resurrección, cuando Cristo el Señor abre la puerta de la Iglesia y comienza con Él una nueva vida en su reino", agregó.
Siria en la actualidad
En otro momento de la entrevista, Mons. Jeanbart lamentó que en Siria "todo ha sido destruido", como por ejemplo los molinos, las industrias y los negocios.
"La gente todavía no encuentra trabajo ni ingresos para vivir. Pero también el hecho de que, en Europa, están animando a la gente a emigrar; y allí les dan el dinero y el trabajo que necesitan para vivir. Así que están más seguros allí que en Siria", aseguró.
Respecto a la seguridad física, el prelado contó que "el gobierno es muy duro contra los fundamentalistas islámicos" y que "en las ciudades donde el gobierno tiene el control, hay seguridad".
"Puedes ir a todas partes en cualquier momento. No tenemos ningún problema de seguridad en estas áreas de Damasco, Alepo, Hama, Homs, en todas las ciudades", dijo.
No obstante, Mons. Jeanbart reiteró que el pueblo carece "de seguridad financiera".
"En primer lugar, no podemos transferir dinero. No tenemos la posibilidad de tener ingresos, porque no tenemos derecho a negociar con los bancos. Si algún país quiere ayudarnos, cae bajo el boicot; hay sanciones, y luego no tienen la facilidad para lidiar con los Estados Unidos. Nos rodean por todos lados; no dejan que nada entre a Siria", lamentó.
El Arzobispo de Alepo cree que "a medida que la situación se vuelva menos difícil, muchas personas pueden regresar del Líbano y otros países a Alepo; y con dinero y negocios, pueden empezar de nuevo".
Sin embargo, asegura que ahora están esperando "ver qué hará Occidente con nosotros y qué hará Estados Unidos".
"Los cristianos en Siria esperaban que Estados Unidos y Europa fueran menos duros con nosotros, con los cristianos, porque son países cristianos. Y sienten que [Estados Unidos y Europa] no nos cuidan. Cuidan de todos los demás, pero no de nosotros", lamentó.
"Escuché hace dos días que el gobierno estadounidense decidió dar 600 millones de dólares a Siria para ayudar a la gente. Me temo que este dinero irá a las otras personas, pero no a los cristianos que también están en los campos de refugiados y desplazados internos. Espero que no sea así, pero me temo que lo será. Si Estados Unidos también nos ayuda, será de gran ayuda y nos hará más seguros en Siria", agregó.
A pesar de la situación, Mons. Jeanbart contó que hace unos días, recibió una carta del Arzobispo de Nueva York, el Cardenal Timothy Michael Dolan, con la que quedó "impresionado".
"Para mí, fue una ocasión para sentirme feliz y confiado. Decía la cara: 'Arzobispo Jeanbart, mi querido hermano, le aseguro mi apoyo...'", decía la misiva.
"Caballeros de Colón también nos ha estado cuidando y ayudando a apoyarnos de manera significativa. Debo decir que esto es muy importante, porque nos hace entender que Estados Unidos es un país grande y que los estadounidenses y católicos de ese país nos están cuidando y se preocupan por lo que estamos sufriendo", agregó.
Al final de la entrevista, Mons. Jeanbart pidió a la Iglesia Universal, pero especialmente los católicos de Estados Unidos, que "nos ayuden a liberarnos de estas sanciones, que son muy, muy duras para nosotros".
"Y no solo las sanciones: deben pedir a sus gobiernos que no destruyan lo que tenemos: nuestros campos, nuestro ganado, nuestro aceite y olivos. Es terrible y muy doloroso pensar en ello", comentó.
"Oro para que Estados Unidos vuelva a ser lo mejor de lo que solía ser, un país de amor y un país de respeto por los seres humanos, y al mismo tiempo que la Iglesia en Estados Unidos pueda recuperar su posición como líder en humanidad", concluyó.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.