En una reciente entrevista, el autor de novelas católicas apocalípticas, Michael O'Brien, relató sus luchas como artista que ha dedicado su vida y trabajo a Dios.

En un artículo escrito por Joan Frawley Desmond, editora senior del National Catholic Register, se cuenta que las pinturas e íconos de O'Brien cuelgan hoy de las paredes de varias iglesias, monasterios, universidades y casas privadas en toda Norteamérica.

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Mejor conocido como el autor de Father Elijah: An Apocalypse, entre otras 12 novelas traducidas a 14 idiomas, O'Brien, canadiense de 72 años, comenzó como artista en su vida adulta, en la década del setenta.

“Mi vida como artista comenzó en 1970. Poco tiempo después, me comprometí con el Señor a pintar obras abiertamente cristianas que traten asuntos de fe y cuestiones espirituales básicas. A fines de la década de 1970 comencé a escribir novelas, aunque pasaron otros 20 años antes de que se publicara la primera. Hasta el día de hoy sigo pintando, un lenguaje visual que funciona de la mano con la palabra escrita”, contó.


Cristo en Getsamaní / Crédito: Cortesía de Michael O'Brien

Ignatius Press, su casa editora, lanzó recientemente The Art of Michael D. O'Brien, que incluye más de 120 reproducciones a todo color de sus pinturas e íconos de estilo bizantino. También se incluyen algunos de sus dibujos y otras obras en blanco y negro.

Después de que una de las primeras exposiciones tuvo éxito, el artista canadiense, con el apoyo de su esposa Sheila, decidió centrarse únicamente en temas explícitamente católicos como artista, sin dejarse intimidar por las dificultades económicas que esto supondría.

“En 1976, inmediatamente después de comprometerme a pintar las cosas de Cristo, fui conducido inesperadamente al icono clásico bizantino, a través del discernimiento espiritual y la dirección espiritual, confirmada por las gracias particulares dadas por nuestro generoso Señor. No es lo que naturalmente hubiera elegido en ese momento. Y sin embargo, pronto supe que la iconografía ha sido la base del arte sacro cristiano durante casi dos milenios. Sometiéndome por completo a esta disciplina, pinté íconos exclusivamente durante los siguientes siete años”, contó O’Brien.

“El ícono es altamente simbólico, una gracia y un tipo único de sacramental, no solo una forma de arte. Los iconos nunca son puramente naturalistas, sino que son un lugar de encuentro en oración con los ‘prototipos’, el Señor y los santos que representan las imágenes”, agregó.

San José y Jesús en el taller de carpintería / Crédito: Cortesía de Michael O'Brien

Después de una formación intensiva como iconógrafo, su enfoque artístico cambió gradualmente, ya que comenzó a incorporar elementos de expresionismo y realismo en sus tratamientos de temas religiosos, incluida la Pasión, la Sagrada Familia y los santos. 

En su obra hay una “tensión entre expresionismo y simbolismo icónico. El primero transmite una sensibilidad espiritual, un temperamento místico, el segundo el mensaje cristiano objetivo”, dijo el biógrafo de O'Brien, Clemens Cavallin, al Register.

Volviendo a su tratamiento distintivo de la Pasión, Cavallin señaló que O'Brien “tiende a retratar a Cristo con los ojos cerrados, lo que da una poderosa sensación de sufrimiento interior incluso en medio de un evidente dolor físico”. 

“El sufrimiento es natural en nuestro estado humano caído, pero el sufrimiento redentor es una forma de sacrificio”, dijo. 

O'Brien, que vive en Barry's Bay, Ontario, comentó que como artista católico su vida “está en Jesucristo” y que su “hogar es mi fe católica”.

San José y el Niño Jesús / Crédito: Cortesía de Michael O'Brien

“Además, creo que toda persona creativa crea la belleza, la verdad en formas hermosas, aprovechando los recursos de su propia vida y reflexionando sobre su experiencia. El sufrimiento es un gran maestro, si no nos desanimamos, si los artistas no corremos en falsos consuelos ni nos conformamos con efectos artísticos fáciles (o populares)”, añadió.

Asimismo, aseguró que “los últimos 50 años de mi vida como artista cristiano han sido un largo discipulado para aprender a confiar en la providencia de Dios, a través de pruebas y privaciones bastante incesantes, y el rechazo constante de mi trabajo por parte de la corriente principal del mundo del arte”.

“Sin embargo, también ha habido tanto gozo junto con dolores, así como milagros y gracias asombrosas. Pero esta es la vida en Cristo para todos aquellos que buscan seguir a Jesús de todo corazón. Para nosotros, nuestra vocación principal es el matrimonio y la familia; la llamada al arte sacro es más una misión dentro de esa vocación fundamental”, agregó.

Jesús muerte crucifijado / Crédito: Cortesía de Michael O'Brien

O’Brian dijo que aunque la vida del arte católico “no será fácil”, instó a “muchos jóvenes dotados de fe a que acepten esta gran aventura”. “Será una vida grandiosa y hermosa, cuyo valor total solo podrán comprender en el paraíso”.

“Veo cada vez más jóvenes escritores, pintores, músicos arriesgando todo para traer belleza y verdad a este mundo. Son verdaderos héroes y merecen toda la ayuda y el aliento que podamos brindarles”, aseguró. 

También dijo que, quizás “la pandemia ofrece un cierto aumento en la soledad” y “una oportunidad para pasar más tiempo y concentrarse en escuchar la ‘voz apacible y delicada’ del Espíritu Santo, y para orar para que el Señor aumente su don y lo haga aún más fructífero”. 

“Es un momento de prueba, pero también un momento de gran oportunidad”, añadió.

Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.