El Papa Juan Pablo II exhortó a los ciudadanos de Bosnia-Herzegovina a recorrer “el camino de la paz y de la justicia”, y crear “las condiciones para un perdón sincero y para una auténtica reconciliación, liberando la memoria de rencores y de odios derivados de las injusticias padecidas y de los prejuicios construidos artificialmente”.
“Esta gran tarea exige la colaboración activa y el compromiso serio de todos los miembros de la sociedad, incluidos los responsables políticos”, señaló el Pontífice al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Bosnia-Herzegovina, Miroslav Palameta.
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Tras pedir que esas soluciones sean beneficiosas para todos, Juan Pablo II señaló que ese “es el desafío de una sociedad multiétnica, multirreligiosa y multicultural, como Bosnia-Herzegovina”.
Durante su discurso, el Papa se refirió en primer lugar a “la cuestión aún no resuelta de los prófugos y de los exiliados de Banja Luka, de Bosanska Posavina y de otras zonas de Bosnia. Cuanto más tiempo pasa es más urgente dar una respuesta a sus legitimas aspiraciones: su sufrimiento interpela nuestra solidaridad”.
“Hay que afrontar y resolver -continuó- las eventuales situaciones de injusticia y marginación, garantizando a cada uno de los pueblos de Bosnia-Herzegovina sus respectivos derechos y deberes, asegurándoles la misma oportunidad en todos los ámbitos de la vida social a través de estructuras democráticas capaces de evitar la tentación de predominar unos sobre otros”, apuntó el Santo Padre.
Después de indicar que “la democracia hay que construirla con tenacidad y paciencia un día tras otro”, el Santo Padre añadió que ello debe lograrse “utilizando medios y métodos siempre dignos y respetuosos de una sociedad civil”.
El Papa subrayó que “no hay que ignorar las diferencias entre unos y otros, sino más bien respetarlas” y los que “ostentan una responsabilidad en diversos niveles están llamados a poner mayor empeño para resolver los problemas que afectan a las poblaciones locales”.
“Bosnia-Herzegovina desea unirse a los demás países europeos para construir una casa común. Que esta expectativa se realice cuanto antes”, señaló el Papa e reiterando el apoyo que la Santa Sede brinda a la unificación.
La Santa Sede, concluyó el Santo Padre, “espera que, gracias a la aportación de todos, se construya en Europa una gran familia de pueblos y culturas. La Unión Europea no es sólo una prolongación de confines, sino un crecimiento solidario en el respeto de cada tradición cultural, en el compromiso por la justicia y la paz en el continente y en el mundo”.