El director del Secretariado de Familia y Vida de la Diócesis de Tarazona (España), P. Javier Vicente Sanz Lozano, rechazó la recién aprobada ley de eutanasia y señaló que "hay leyes injustas que pueden y deben ser desobedecidas (con la finalidad de cambiar esa injusticia, si van en contra de la ley natural)".
En una carta con motivo de la Jornada de la Vida que se celebra este 25 de marzo en España, el sacerdote señaló que "este año, más que nunca, debemos rezar unidos para que la vida sea defendida siempre desde el momento de su inicio en la concepción, hasta su muerte natural".
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"En este momento", lamentó, "la vida se ve amenazada por diferentes frentes, y el Señor nos pide a todos nosotros, cristianos, que seamos sus custodios, como San José lo fue de Jesús".
Afirmó que "hoy los cristianos estamos llamados a ser custodios de la vida, porque ésta corre peligro en los momentos de mayor vulnerabilidad de la persona: a su inicio y a su final".
El sacerdote explicó que "hace años, con la modificación de la ley del aborto en España sucedió algo terrible: un delito despenalizado en algunos supuestos pasó a convertirse en un derecho. Y el derecho a matar no existe. Es contrario a la ley natural".
"Las evidencias científicas en este aspecto son irrebatibles: desde el momento de la concepción lo que existe es un individuo de la especie humana, con un ADN distinto al de la madre y el padre, y que, si no se le impide su desarrollo, se convertirá en bebé, niño, adolescente, joven, adulto y anciano".
"Otro de los momentos donde la persona debe ser cuidada con absoluto mimo es en la enfermedad y en la etapa final de la vida", añadió.
Recordó que "hace pocos días se aprobaba en España la ley de la eutanasia. Sin un mínimo debate social y sin consultar ni dialogar con los comités de bioética, ni con moralistas, ni gerontólogos… y es que la eutanasia no sólo es una cuestión –por decirlo de alguna manera– médica, sino que hay también un componente moral. Ha sido una ley hecha a la carrera, y que no ha trasladado a la ciudadanía otra cosa que la propia aprobación de esa ley".
La ley de eutanasia, denunció, "viene a decirnos que hay vidas que no merecen la pena ser vividas. Igual que la ley del aborto nos dice que hay enfermedades y síndromes que es mejor eliminar desde el seno materno, con la 'excusa' de 'no hacer sufrir innecesariamente a la familia'. Son visiones absolutamente negativas de la vida, no entendida como un fin en sí mismo, sino como un medio para otros fines".
Además, "esta aprobación legislativa tiene el agravante de que muchas personas equiparan lo 'legalmente posible' con lo 'moralmente aceptable', es decir: 'si lo permite la ley, significa que está bien'. Y esta premisa es absolutamente errónea".
Ambas leyes, la del aborto y la de la eutanasia, "son contrarias a lo que conocemos como un acto médico, ya que la medicina busca salvaguardar la vida, y nunca eliminarla. La eutanasia y el aborto en ningún caso son actos médicos, pues no cumplen los fines de curar, aliviar o prevenir nada. Sólo eliminan una vida y, con ella, la esperanza, la posibilidad de descubrir a las grandes cosas a las que Dios nos llama, a aportar a la sociedad todos los dones con los que Dios adorna a cada uno de sus hijos… a fin de cuentas es, nuevamente, creernos que somos Dios y podemos dar y quitar la vida según nuestros intereses".
"También habrá quien piense que los cristianos queremos el sufrimiento de la persona. Nada más lejos de la realidad. Y, por eso, la Iglesia, que es Madre y Maestra, ante el sufrimiento y el final de la vida, nos invita a ayudar y acompañar a nuestros hermanos enfermos con los cuidados paliativos (cuántas familias podrían dar grandes testimonios de esos profesionales que visitan y atienden con una sonrisa de esperanza a personas gravemente enfermas) y a no prolongar la vida más de lo debido (lo que se conoce como encarnizamiento terapéutico) por medio del testamento vital", concluyó don Javier Vicente Sanz Lozano.