El Papa Juan Pablo II destacó la centralidad de la familia en la misión de la Iglesia y pidió a los sacerdotes no cansarse nunca de “proponer, anunciar y testimoniar la gran verdad del amor y del matrimonio cristiano”.
En un mensaje a los párrocos de la diócesis de Roma, el Papa subrayó el “papel fundamental e insustituible de la familia, tanto en la vida de la Iglesia como en la de la sociedad civil”, y precisó que para sostener a las familias cristianas “es necesaria la solicitud pastoral de nosotros, sacerdotes”.
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El texto, reproducido por el diario L’Osservatore Romano, sostiene que “reconocer el papel central de la familia en el designio de Dios sobre el ser humano, y por tanto, en la vida de la Iglesia y de la sociedad, es una tarea irrenunciable, que ha animado estos 25 años de pontificado, y ya antes mi ministerio de sacerdote y de obispo y también mis años de estudiante y de profesor universitario”.
Además, explica que al crear al hombre y a la mujer a su imagen, Dios ha inscrito en ellos la vocación, “y por tanto, la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. Esta vocación se puede realizar en dos modos específicos: el matrimonio y la virginidad”.
“El matrimonio y la familia no se pueden considerar por tanto un simple producto de las circunstancias históricas, o una superestructura impuesta desde fuera al amor humano. Al contrario, son una exigencia interior de este amor, para que pueda realizarse en su verdad y en su plenitud de donación recíproca”, indicó.
También sostuvo que la unidad, indisolubilidad y apertura a la vida, características de la unión conyugal, “que hoy se desconocen y rechazan con frecuencia, son sin embargo necesarias para que el pacto de amor sea auténtico”.
“Precisamente de esta manera el vínculo que une al hombre y a la mujer es imagen y símbolo de la alianza entre Dios y su pueblo. Por eso, el matrimonio entre bautizados es sacramento, signo eficaz de gracia y de salvación”, agregó.
Amigos de las familias
El Santo Padre pidió a los sacerdotes no tener miedo de entregarse “totalmente a las familias, de dedicarles vuestro tiempo y vuestras energías, los talentos espirituales que el Señor os ha dado”.
“Sed amigos atentos y de los que se pueda confiar, además de pastores y maestros. Acompañadlas y sostenedlas con la oración, proponedles con verdad y con amor, sin reservas o interpretaciones arbitrarias, el Evangelio del matrimonio y de la familia. Estad cerca de ellas espiritualmente en las pruebas que la vida reserva a menudo, ayudándoles a comprender que la Iglesia, además de maestra, es siempre madre para ellos. Asimismo, educad a los jóvenes a entender y apreciar el verdadero significado del amor y a prepararse así a formar familias cristianas auténticas”, pidió el Papa.
Juan Pablo II escribió que “los comportamientos errados y con frecuencia aberrantes que se proponen públicamente, y que son también ostentados y exaltados, y el mismo contacto cotidiano con las dificultades y las crisis de muchas familias pueden provocar también en nosotros la tentación de la desconfianza y de la resignación. Tenemos que vencerla con la ayuda de Dios”.
“Hoy no es menos fuerte la acción del Espíritu Santo. Por eso, cuanto mayores son las dificultades, más fuerte es nuestra confianza en el presente y en el futuro de la familia y más generoso y apasionado debe ser nuestro servicio de sacerdotes a las familias”, concluyó.
Gracias a Roma
En la audiencia que concedió a los párrocos, les agradeció su “solicitud pastoral con las familias y porque queréis resolver todos los problemas que la familia puede llevar aparejados”.
“Os deseo que prosigáis con acierto por este campo de vital importancia, porque a través de la familia pasa el futuro de la Iglesia y el futuro del mundo. Os deseo que preparéis este futuro bueno para Roma, para vuestra patria, Italia, y para el resto del mundo. ¡Mis mejores deseos!”, agregó.