En la audiencia general de este miércoles 3 de marzo, el Papa Francisco reflexionó en la oración que, gracias a Jesucristo, nos abre al diálogo con la Santísima Trinidad, el "mar inmenso de Dios amor".
"Jesús es quien nos ha abierto el Cielo y nos ha proyectado en la relación con Dios. Él hizo esto, nos ha abierto esta relación con Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo", dijo el Papa.
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En esta línea, tras recordar las palabras del prólogo del Evangelio de San Juan "a Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha crevelado" el Santo Padre señaló que "Jesús ha revelado la identidad, esta identidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo". "Nosotros realmente no sabíamos cómo se podía rezar: qué palabras, qué sentimientos y qué lenguajes fueran apropiados para Dios", reconoció el Papa quien citó la petición que los discípulos dirigieron al Maestro relatada en el Evangelio de San Lucas: "Señor, enséñanos a orar".
Sin embargo, el Santo Padre señaló que "no todas las oraciones son iguales, y no todas son convenientes: la Biblia misma nos atestigua el mal resultado de muchas oraciones, que son rechazadas" y añadió que "Dios mira las manos de quien reza: para hacerlas puras no es necesario lavarlas, si acaso es necesario abstenerse de acciones malvadas".
En este sentido, el Pontífice recordó la oración de aquel centurión romano que un día suplicó a Jesús "Señor, no soy digno de que entres a mi casa; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano" oración que "también nosotros repetimos en cada liturgia eucarística".
"Dialogar con Dios es una gracia: nosotros no somos dignos, no tenemos ningún derecho de acampar, 'cojeamos' con cada palabra y cada pensamiento... Pero Jesús es la puerta que nos abre a este diálogo con Dios", advirtió.
Luego, el Santo Padre describió que "en gran parte de las mitologías no está contemplado el caso de un dios que se preocupe por las situaciones humanas; es más, estas son molestas y aburridas, completamente insignificantes" y reflexionó en las palabras de Dios a su pueblo repetidas en el Libro del Deuteronomio que cuestiona cuál pueblo tiene a sus dioses cercanos como ustedes me tienen a mi.
"Un Dios que ama al hombre, nosotros nunca hubiéramos tenido la valentía de creerlo, ¿cómo Dios me ama a mi?, si no hubiéramos conocido a Jesús. El conocimiento de Jesús nos ha revelado esto", afirmó.
Por ello, el Papa invitó a meditar "el escándalo que encontramos grabado en la parábola del padre misericordioso, o en la del pastor que va en busca de la oveja perdida" porque son historias que "no hubiéramos podido concebirlas, ni siquiera comprenderlas, si no hubiéramos encontrado a Jesús". "¿Qué Dios está dispuesto a morir por los hombres? ¿Qué Dios ama siempre y pacientemente, sin pretender ser amado a cambio? ¿Qué Dios acepta la tremenda falta de reconocimiento de un hijo que pide un adelanto de la herencia y se va de casa malgastando todo?", preguntó el Papa.
En esta línea, el Santo Padre señaló que "es Jesús quien nos revela el corazón de Dios. Así Jesús nos cuenta con su vida en qué medida Dios es Padre. Nadie es Padre cómo Él. La paternidad que es cercanía, compasión y ternura. No olvidemos estas tres palabras que son el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. Es el modo de expresar su paternidad".
Finalmente, el Papa citó al Catecismo de la Iglesia Católica que explica que "la santa humanidad de Jesús es, pues, el camino por el que el Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre" y añadió que "es la gracia de nuestra fe".
"Realmente no podíamos esperar vocación más alta: la humanidad de Jesús, Dios se ha hecho cercano en Jesús, ha hecho disponible para nosotros la vida misma de la Trinidad. Ha abierto esta puerta del misterio del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", concluyó el Papa.