La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó algunas recomendaciones dirigidas a los Obispos para las celebraciones de la Semana Santa 2021.
La nota difundida este 17 de febrero, Miércoles de Ceniza, y firmada por el prefecto de la Congregación, Cardenal Robert Sarah y por el arzobispo secretario, Mons. Arthur Roche, busca "ayudar a los Obispos en su tarea de valorar las situaciones concretas y procurar el bien espiritual de pastores y fieles para vivir esta gran Semana del año litúrgico".
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Debido a la pandemia del COVID-19 todavía en curso, el texto vaticano indica que el Obispo "como moderador de la vida litúrgica en su Iglesia, está llamado a tomar decisiones prudentes para que las celebraciones litúrgicas se desarrollen con fruto para el Pueblo de Dios y para el bien de las almas que le han sido confiadas, teniendo en cuenta la protección de la salud y cuanto ha sido prescrito por las autoridades responsables del bien común".
Por ello, el decreto emitido por este Dicasterio para la Semana Santa del año 2020 continuará a ser válido también este año y se invita "a releerlo con vistas a las decisiones que los Obispos tendrán que tomar con respecto a las próximas celebraciones pascuales en la situación particular de su país".
Además, el comunicado recuerda que "en muchos países siguen vigentes estrictas condiciones de confinamiento que imposibilitan la presencia de los fieles en la iglesia, mientras que en otros se está retomando una vida cultual más normal".
Redes sociales
Sobre el uso de los medios de comunicación social, la Congregación reconoció que "ha ayudado mucho a los pastores a ofrecer apoyo y cercanía a sus comunidades durante la pandemia" pero que "junto a los resultados positivos, también se han observado aspectos problemáticos".
En esta línea, el Dicasterio vaticano sugiere "facilitar y privilegiar la difusión mediática" de las celebraciones de la Semana Santa "presididas por el Obispo, animando a los fieles que, no pueden asistir a su propia iglesia, a seguir las celebraciones diocesanas como signo de unidad".
Además, "en todas las celebraciones, de acuerdo con la Conferencia Episcopal, se debe prestar atención a algunos momentos y gestos particulares, respetando las exigencias sanitarias".
La Misa Crismal "si es necesario, puede trasladarse a otro día más adecuado" porque "conviene que participe una representación significativa de pastores, ministros y fieles".
Para las celebraciones del Domingo de Ramos, del Jueves Santo, del Viernes Santo y de la Vigilia Pascual, se aplican las mismas indicaciones del pasado año.
En concreto, para el Jueves Santo "se omita el lavatorio de los pies, que ya es facultativo. Al final de la Misa en la Cena del Señor, se omita también la procesión y el Santísimo Sacramento se reserve en el sagrario. En este día, se concede excepcionalmente a los presbíteros la facultad de celebrar la Misa, sin la presencia del pueblo, en lugar adecuado".
En los oficios del Viernes Santo, los Obispos se encargarán de preparar en la oración universal "una especial intención por los que se encuentran en situación de peligro, los enfermos, los difuntos" y se pide que "la adoración de la Cruz con el beso se limite solo al celebrante".
Luego, en la Vigilia Pascual del Sábado Santo se sugiere que "se celebre solo en las iglesias catedrales y parroquiales" y que para la liturgia bautismal "se mantenga solo la renovación de las promesas bautismales".
Además, el texto anima a "preparar subsidios adecuados para la oración en familia y personal, potenciando también algunas partes de la Liturgia de las Horas".
"La Congregación agradece sinceramente a los Obispos y a las Conferencias Episcopales por haber respondido pastoralmente a una situación en constante cambio a lo largo del año. Somos conscientes de que las decisiones adoptadas no siempre han sido fáciles de aceptar por parte de pastores y fieles laicos. Sin embargo, sabemos que se han tomado para garantizar que los santos misterios se celebraran de la manera más eficaz posible para nuestras comunidades, respetando el bien común y la salud pública", concluye la nota vaticana.