La Basílica de San Valentín, en la diócesis de Terni, Italia, acogió una celebración con motivo de la celebración de la fiesta del santo patrón de los enamorados en la que el Obispos, Mons. Giuseppe Piemontese, rezó por los enfermos de COVID 19 en todo el mundo.
Tras la ceremonia, los fieles han podido acercarse al altar en el que reposan las reliquias de San Valentín, respetando las medidas destinadas a prevenir contagios de coronavirus.
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Además, en la víspera, durante la noche del 13 de febrero, la Basílica acogió la Fiesta de la Promesa de los Prometidos.
Treinta parejas de prometidos pronunciaron su promesa ante las reliquias de San Valentín en una solemne celebración presidida por el vicario general de la diócesis, Mons. Salvatore Ferdinandi.
Asimismo, prometidos de toda Italia, y de otros países participaron de forma virtual en esta tradicional ceremonia por medio de canales de Facebook y de Youtube de la diócesis de Terni-Narni-Amelia, y de la Basílica de San Valentino.
Esta ceremonia profundiza en los vínculos entre San Valentín y los prometidos con fecha de matrimonio, que ven en el testimonio del santo "una lección de amor y paciencia, un amor atento, generoso y respetuoso de quien es patrón del amor matrimonial y de la familia cristiana fundamentada sobre el sacramento del matrimonio", según se explica en un comunicado de la diócesis.
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Vida de San Valentín
La vida de San Valentín está estrechamente vinculada a la ciudad italiana de Terni. Ciudadano y obispo de esta ciudad desde el año 197, pronto se extendió su fama de santidad ya en vida por su caridad y humildad, así como por su compromiso de apostolado y por los milagros que realizó.
Un orador griego y latino, de nombre Cratone, lo invitó a Roma para que curase a su hijo enfermo. San Valentín curó al joven y él y su familia se convirtieron al cristianismo. Además, gracias a su predicación, se convirtieron otros estudiosos e incluso el hijo del Prefecto de la ciudad.
Según la tradición, durante la persecución a los cristianos en los primeros siglos el santo ponía en riesgo su vida para unir a las parejas en matrimonio.
Su testimonio, sin embargo, no gustó a las autoridades imperiales. El emperador Aureliano ordenó detenerlo y ejecutarlo. Su martirio tuvo lugar el 14 de febrero de 273.