El Cardenal George Pell, quien fue absuelto este año después de convertirse en el clérigo católico de mayor rango en ser condenado por abuso sexual, reveló a EWTN detalles sobre su tiempo en prisión, sus esperanzas para el futuro y sus pensamientos sobre los esfuerzos de reforma financiera del Vaticano.
El Purpurado fue condenado en Australia en 2018 por cargos de abuso sexual. Sin embargo, el 7 de abril de 2020, el Tribunal Supremo de Australia anuló la sentencia de prisión de seis años, al afirmar que no debió haber sido declarado culpable de los cargos y que la fiscalía no ha probado su caso más allá de una duda razonable.
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El Cardenal Pell pasó 13 meses en régimen de aislamiento, durante los cuales no se le permitió celebrar la Misa.
El Purpurado aún enfrenta una investigación canónica en la Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma, aunque después de que se anuló su condena, varios expertos canónicos dijeron que era poco probable que enfrente un juicio de la Iglesia.
En una nueva entrevista con Colm Flynn de EWTN, el Cardenal Pell dijo que su tiempo en la cárcel fue difícil, pero que se sintió fortalecido por muchas personas que ofrecían oraciones y sacrificios por él.
"Una de las grandes diferencias entre nosotros y las personas sin religión es que creemos que de alguna manera misteriosa el sufrimiento puede convertirse en algo bueno. Tanta gente me escribió y me dijo que estaban ofreciendo su sufrimiento por mí: un joven que se estaba muriendo, una mujer que estaba a punto de dar a luz me escribió y me dijo que ofrecería los dolores del parto por mí", dijo en la entrevista del 9 de diciembre.
"Sentí que podía ofrecer mi sufrimiento por el bien de la Iglesia, por las víctimas [del abuso sexual por parte del clero], por mi familia, por mis amigos, y eso ayudó", continuó.
Agregó que "también ayuda el darse cuenta de que, en última instancia, hay un juicio que es sumamente importante y que está ante el buen Dios cuando mueres. Ahora bien, si hubiera pensado que la muerte era el fin de todo, que lo más importante en última instancia era mi reputación terrenal, obviamente mi enfoque habría sido diferente".
El Cardenal Pell dijo que, aunque se había enfrentado a la animosidad en su carrera, el tipo de infamia que acompaña a las acusaciones de abuso sexual es extremadamente desafiante, especialmente cuando tuvo que permanecer en silencio frente a informes injustos.
Aun así, el Cardenal dijo que nunca se desesperó durante su tiempo en prisión, aunque perder su apelación en la Corte Suprema de Victoria "fue un momento muy bajo" en su vida.
"Sabía racionalmente que mi caso era enormemente sólido, pero las cosas no se deciden sobre la base de la racionalidad y esa decisión de la corte de apelaciones en Victoria me lo recordó", dijo.
"Una de las cosas interesantes en Roma fue que incluso mis enemigos ideológicos no creían que yo era culpable. Una de las razones fue porque sabían cómo es una catedral después de una gran Misa el domingo. Muchas personas en Australia, incluso algunas de las que me ayudaron, piensan que las iglesias son pequeñas, vacías y sin nadie alrededor. Pero en una catedral el domingo, estábamos, ya sabes, había cientos en la gran Misa, 50 en el coro, 15 servidores, media docena de personas en la sacristía, más los visitantes. La sugerencia de que habría atacado a dos jóvenes que no conocía, nadie dijo que los conocía, en tales circunstancias, es doblemente inverosímil", contó.
En Australia, sin embargo, dijo que algunas personas lo trataron como un chivo expiatorio, ya que no solo lo vieron a él, sino a la Iglesia católica en general en juicio por abuso sexual.
El Cardenal Pell dijo que su tiempo en prisión fue algo así como un retiro: alejado del mundo y aislado de la interacción social.
Si bien hubo momentos en los que se preguntó por qué Dios estaba permitiendo su sufrimiento, también espera que su terrible experiencia pueda traer almas al cristianismo.
Afirmó que no está enojado al recordar su experiencia, pero que está contento de estar de regreso en Roma para agradecer al Papa Francisco por su apoyo.
Aunque ya no es prefecto de la Secretaría de Economía, ya que su mandato expiró el año pasado, dijo que su sucesor, el sacerdote jesuita Juan Antonio Guerrero Alves es "un buen hombre, un hombre competente".
"Se dirige en la dirección correcta y lo apoyo totalmente. Solo espero que no se vea frustrado como yo. El Santo Padre dice que tiene que haber un comité de inversiones establecido para administrar las inversiones del Vaticano. Lo recomendamos hace 5 años. Ahora esos tienen que ser personas honestas e inversionistas realmente profesionales y con un control efectivo. Eso es lo que mi sucesor quiere y lo apoyo plenamente para que podamos alejarnos de este mundo sombrío con el que el Vaticano se ha enfrentado, no siempre, pero muchas veces, durante décadas", explicó.
Reflexionando sobre su propio tiempo al frente de la secretaría, el Cardenal Pell dijo que "no se dio cuenta del nivel de sofisticación, corrupción y una buena medida de incompetencia que habría allí".
Durante su tiempo como prefecto, descubrió más de mil millones de euros en cuentas que no habían sido declaradas.
El Cardenal Pell abordó las especulaciones de que las acusaciones de abuso sexual en su contra eran un intento de prevenir su trabajo anticorrupción en las finanzas del Vaticano. Dijo que si bien hay evidencia para apoyar esta idea, no hay pruebas y se necesita más investigación.
"Mucha de la gente que estaba trabajando por una reforma seria aquí creía que había una conexión. Entre mis seguidores en Australia, casi nadie creía que hubiera una conexión. Ahora sabemos que una gran cantidad de elementos criminales alrededor del lugar esperaban que yo llegara al padecimiento en Australia, si ellos sabían más que eso, no lo sabemos", comentó.
Algunas de estas especulaciones involucran informes de los medios de comunicación de que el Cardenal Angelo Becciu envió 700.000 euros de fondos del Vaticano a Australia durante el juicio por abuso sexual del Cardenal Pell, posiblemente como pago a los acusadores del Purpurado australiano.
En septiembre, el Cardenal Becciu dimitió como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano y renunció a los derechos extendidos a los miembros del Colegio Cardenalicio.
El Cardenal Becciu trabajó anteriormente como el funcionario número dos en la Secretaría de Estado del Vaticano y ha estado conectado a una investigación en curso de malversación financiera en la secretaría. Se había enfrentado con el Cardenal Pell por los esfuerzos de reforma en el Vaticano.
CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– ha informado que en 2015 Becciu parecía haber hecho un intento de disfrazar los préstamos en los balances del Vaticano al cancelarlos contra el valor de la propiedad comprada en Londres. Altos funcionarios de la Prefectura de Economía dijeron que cuando el Cardenal Pell comenzó a exigir detalles de los préstamos, Becciu llamó al Purpurado a la Secretaría de Estado para una "reprimenda".
En 2016, Becciu también canceló una auditoría externa planificada de todos los departamentos del Vaticano.
Cuando se le preguntó sobre la renuncia de Becciu, el Cardenal Pell dijo que espera que continúe la limpieza "tanto en mi estado de Victoria como en el Vaticano". Añadió que "Becciu tiene derecho a un juicio. Como todos los demás, tiene derecho al debido proceso. Así que veamos a dónde vamos".
En general, el Cardnel Pell cree que la Iglesia está haciendo un buen trabajo ayudando a las víctimas de abuso sexual. Señaló los protocolos destinados a prevenir, denunciar e investigar las denuncias, y ofrecer indemnización y asesoramiento a las sobrevivientes.
"Creo que, durante mucho tiempo, la Iglesia básicamente ha ido en la dirección correcta y esto no ha sido suficientemente reconocido", dijo.
De cara al futuro, el Cardenal dijo que planea escribir y hablar, y agregó que "como todo buen cristiano, debería tratar de prepararme para una buena muerte".
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.