Al presidir la celebración de la Misa en el cuarto y último Domingo de Adviento de 2020, el Arzobispo Metropolitano de Piura (Perú), Mons. José Antonio Eguren, alentó a que "como María, nuestros corazones se abran a la gracia de Dios y como Ella nos hagamos disponibles para el servicio evangelizador".
Mons. Eguren recordó que en este domingo el Evangelio presenta "el anuncio de un nacimiento, del nacimiento del Salvador".
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"Desde el saludo angélico, la Virgen supo que Dios la había escogido para ser la Madre del Mesías y que Aquél que nacería de Ella no era otro sino el mismo Dios", destacó.
El Prelado destacó que "si por un lado nos asombra el amor misericordioso de Dios que busca en María a la persona humana para salvarla, por el otro lado también nos conmueve la respuesta de la Madre, una respuesta nutrida de fe libre, consciente y generosa; una respuesta traspasada de prontitud, confianza y amor".
"Santa María es rápida en su respuesta, no deja esperando al Señor. Abraza su vocación con total prontitud, amor y alegría. Toda Ella se abre de par en par para acoger el Divino Plan, consciente que de su respuesta depende la felicidad y la salvación de la humanidad entera".
"De esta manera la Anunciación se torna Encarnación", subrayó.
El Prelado peruano animó a que también nosotros respondamos "siempre al llamado del Señor en nuestras vidas, conscientes como María, que la verdadera alegría y paz, aquellas que anhela el corazón humano, sólo nacen de la plena adhesión a la voluntad de Dios".
"Después de haber recibido el NO soberbio y desobediente de Adán y Eva, por fin el Señor encontraba un corazón que no era indiferente a Su Amor y que se abría sin obstáculo o sombra de vacilación alguna para acoger su iniciativa salvífica", señaló.
"Nadie como María ha vivido el Adviento, porque durante nueve meses llevó en su vientre virginal e inmaculado al Hijo de Dios para después darlo a luz en el establo de Belén en compañía de su castísimo esposo San José", añadió.
Por eso, continuó Mons. Eguren, "en estos días finales del Adviento nos confiamos a la maternal intercesión de la Virgen María".
"Ella es 'causa de nuestra alegría', no sólo porque ha engendrado a Jesús, sino porque Ella es también nuestra Madre, Aquella que continuamente nos conduce, guía y configura con Él", finalizó.