En su saludo navideño, Mons. Georg Gänswein, secretario personal del Papa Emérito Benedicto XVI y Prefecto de la Casa Pontificia, aclaró que en Navidad no se celebra a Santa Claus, que no existe, sino la hora en la que Dios entró en la historia humana y mostró su rostro.
El mensaje de Mons. Gänswein, publicado el 17 de diciembre, fue dirigido a la fundación alemana "Senado de Economía".
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En su mensaje, dijo que "dentro de unos días, no celebraremos el 'Father Frost', como hacían algunos en la antigua Unión Soviética atea, para ocultar el origen cristiano de esta, la más íntima de nuestras fiestas".
"Y tampoco celebramos a Santa Claus, que no existe, sino que celebramos la hora en la que Dios mismo entró en la historia y nos mostró su rostro por primera vez en 'Belén en la tierra de Judá', en un recién nacido. Uno haría bien en reflexionar sobre esto por un momento: ¡Dios Todopoderoso, un recién nacido indefenso!", dijo.
El prelado pidió que "pensemos en nuestra Navidad como una intersección en la que el fundamento de nuestra fe, establecido en los Evangelios, que llega lejos hacia el mundo secular y, a veces, sin Dios".
También reconoció que "con el nacimiento de Jesús hace 2020 años en la periferia del Imperio Romano, en la época del emperador Augusto, un optimismo entró en el mundo para creyentes e incrédulos, uno que la historia nunca había visto antes".
"Este optimismo iluminará la oscuridad de la noche, mientras marcamos la transición al próximo 'Año del Señor' en 2021 en la víspera de Año Nuevo, cuando esta vez, en muchos lugares, no veremos la explosión de fuegos artificiales. Donde habitualmente se celebra así una alegría casi infantil, esta vez muchos se sentirán oprimidos", lamentó Mons. Gänswein, haciendo referencia a la pandemia de coronavirus.
"La Navidad también puede llegar sobre nosotros esta vez tan silenciosamente como la nieve que cae", reflexionó.
"Es una situación planetaria excepcional, pero me gustaría aprovecharla esta noche invitándolos a que la reconozcan como una ocasión en sí misma. Y quizás aprovechar esta oportunidad para mirar una vez más de cerca al niño que yace en la paja del pesebre y reflexionar sobre lo que nos está diciendo", agregó.
El Prelado dijo que la respuesta puede encontrarse en el mismo Evangelio, "si lo leemos más e imaginamos cómo este infante 33 años después se convierte en la víctima por excelencia, llega a la muerte sufriendo torturas inimaginables y después de tres días en la tumba se muestra como Aquel que Se ha elevado".
"Entonces sabemos que este recién nacido representa una vida que no conoce límites y que supera y conquista cada pandemia y cada calamidad y cada miedo y cada terror, también y sobre todo la muerte. Por tanto, es la vida eterna y el gozo eterno a lo que este infante nos invita", aseguró.
Mons. Gänswein, recordando a San Juan Pablo II cuando dijo que "el cristianismo es una persona, una presencia, un rostro: Jesús Cristo", recordó que "eso es Navidad". "En Belén miramos por primera vez a esta persona, a Jesucristo, como un infante indefenso. Él, más personalmente, es el fundamento de nuestra fe", añadió.
También recordó las palabras del entonces Cardenal Joseph Ratzinger: "Solo necesitamos pensar por un momento en lo que sucedería si de repente la fe en la encarnación de Dios en Belén se extinguiera por completo en la humanidad. Los lugares donde el ateísmo, la enemistad contra Dios y Cristo celebraron sus triunfos, nos dan una idea de la enormidad de las tinieblas que luego surgirían... Dios, a través de su Encarnación, no ha transformado el mundo en un paraíso terrenal, a nosotros nos gustaría; sino que ha permanecido lleno de penurias. Pero ha sumergido en él una luz silenciosa de amor y misericordia que no dejará salir. Es a esta luz a la que debemos abrir de nuevo nuestro corazón en Navidad".
Finalmente, Mons. Gänswein dijo: "A esta luz silenciosa y este camino de alegría, por eso, yo también me gustaría invitarlos hoy, cuando el cielo permanece oscuro en la víspera de Año Nuevo y la Navidad se vuelve más silenciosa que nunca".