El Arzobispo de Florianópolis (Brasil), Mons. Wilson Tadeu Jönck, lamentó que la Policía interrumpiera y cancelara una Misa de Confirmación en un salón parroquial, aduciendo una violación a las normas de prevención del COVID-19; un hecho que comparó con las noticias de "regiones donde hay persecución contra los cristianos".
El sábado 28 de noviembre, el Prelado celebraba la Misa de Confirmación de 78 personas en un salón parroquial de la iglesia São José en Botuverá para mantener el distanciamiento social. Sin embargo, aparecieron agentes de la vigilancia sanitarias junto con policías y cancelaron la ceremonia.
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En un comunicado, el Prelado dijo que este tipo de hechos los ha leído en noticias de "regiones donde hay persecución contra los cristianos", pero no "esperaba pasar por esta experiencia en Botuverá".
El párroco de São José, P. Paulo Riffel, indicó al sitio Olhar do Vale que la vigilancia sanitaria participó en la organización de los espacios los días previos a la Misa. Sin embargo, en la noche del jueves 26, sin previa comunicación, enviaron un mensaje de WhatsApp para cancelar la celebración.
Al día siguiente, el día P. Riffel se reunió con el alcalde y el departamento legal para conversar, y la celebración fue permitida con un aforo del 30% de la capacidad de la iglesia.
Este acuerdo fue confirmado por el Ayuntamiento de Botuverá en un comunicado, donde se declaró que "en reunión mantenida con el alcalde municipal, asesor jurídico del Ayuntamiento y el sacerdote, se contempló que se realizaría la Misa, considerando que la celebración de servicios en iglesias o templos de cualquier culto, así como cualquier reunión presencial de naturaleza religiosa estaría sujeta al cumplimiento de las reglas dispuestas" en las ordenanzas.
"Sin embargo, este no fue el entendimiento del Ministerio Público, así como de la Secretaría de Salud del Estado, por tratarse de un 'evento', además de entender que es imposible garantizar el cumplimiento de las normas vigentes ante la magnitud del evento", afirmó el Ayuntamiento.
El P. Riffel señaló que mientras se celebraba la Misa en el salón parroquial, la secretaria de Salud de Botuverá, Márcia Adriana Cansian, llegó con la vigilancia y policías "para interrumpir la celebración".
"Logramos continuar hasta el final de la confirmación, con los participantes confirmados", dijo. Sin embargo, "a la hora de la Comunión nos dijeron que entrarían con la policía. Entonces, el Obispo decidió hacer la oración final, para agradecer y dar la bendición", agregó.
El sacerdote calificó el incidente como "un atentado contra la fe católica" y lamentó que se haya impedido comulgar a los fieles. "El Obispo que es la máxima autoridad nunca ha sido notificado ni comunicado antes. Lo tomaron por sorpresa", añadió.
Mons. Wilson señaló que todas las parroquias "están orientadas a seguir las reglas dadas por la autoridad sanitaria en relación a los cuidados preventivos para evitar el contagio de COVID-19".
El Prelado dijo que "en todos los lugares de culto, los asientos están marcados según la capacidad estipulada por los decretos estatales, se proporciona alcohol en gel para todos los participantes y es obligatorio el uso de una mascarilla".
"Nos consideramos colaboradores del Estado en su esfuerzo por combatir la pandemia", subrayó.
Sobre lo ocurrido el sábado 28, Mons. Wilson señaló que "todo se organizó siguiendo al pie de la letra las reglas de la autoridad sanitaria: distanciamiento, lugares marcados para todos los participantes, suministro de alcohol en gel" y "todos los presentes llevaban mascarillas".
El Prelado señaló que "el hecho de que la Misa se haya celebrado en el salón debe ser visto sobre todo como un esfuerzo por cumplir con las normas de salud" y remarcó que causa sospecha que dijeran que al usar el salón parroquial la Misa "se convirtió en un evento social y esto está prohibido".
"Ahora, si no se consigue ver la diferencia entre una Misa y un baile de carnaval, se vuelve difícil conversar. Hubo una insistencia en encontrar una razón para la cancelación", agregó.
Mons. Wilson dijo que más le dolió "la orden de interrumpir la Misa" e indicó que "fueron repetidas las amenazas sobre entrar y terminar la celebración".
"Debo decir que la celebración de la Misa no se interrumpe por la mitad. En más de 40 años de sacerdocio, nunca me ha pasado algo así", señaló.
Traducido y adaptado por Harumi Suzuki. Publicado originalmente en ACI Digital.