Tres madres de niños con síndrome de Down cuentan su experiencia de luchar por la vida a pesar que los médicos aseguraban que sus hijos no tendrían un buen futuro, ofreciendo a dos de ellas la posibilidad de abortarlos.
Cuando Lorraine Buckmaster quedó embarazada a los 45 años del menor de sus cinco hijos, Jaxon, no se imaginaba todo lo que iba a enfrentar.
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La ecografista le indicó que el bebé mostraba probabilidades de tener alguna afección, por lo que era necesario una amniocentesis, una prueba donde se saca un poco de líquido amniótico para detectar afecciones, pero que puede causar, en bajas probabilidades, abortos espontáneos.
"Le dije que no, que no estábamos interesados, en parte porque habíamos perdido un bebé el año anterior. Su respuesta fue bastante agresiva y dijo 'las mujeres como tú me ponen mala. ¿Para qué te haces un examen si no vas hacer algo al respecto?'", indicó a la BBC.
Lorraine y su esposo Mark fueron informados que el bebé tenía un riesgo del 20% de tener síndrome de Down, pero estaban seguros que querían tener al pequeño sin importar nada.
"Solo me daban apoyo si elegía la opción del aborto, que es lo que supusieron, pero cuando dije que quería quedarme con Jaxon perdieron el interés", agregó.
Jaxon fue diagnosticado con síndrome de Down al nacer y su familia no se ha arrepentido ni una vez de su nacimiento. Lorraine indicó a la BBC "que sus hermanos lo adoran y se pelean por ver quién lo cuidará cuando sean mayores".
"Sabemos que siempre necesitará apoyo, pero realmente creemos que llevará una vida plena. Es un showman, un verdadero animador y creemos que terminará en el escenario, señaló.
Además, indicó que no entiende por qué las obstetras eran tan negativas sobre el futuro de su bebé, que a sus seis años "es un estudiante excelente en su escuela convencional, donde tiene muchos amigos y no padece otras enfermedades".
"Le toma más tiempo llegar a la siguiente etapa, pero lo celebramos mucho más porque es un gran logro para él", indicó Lorraine.
Otra madre que decidió decir sí a la vida es Emma Mellor, quien a los 24 años de edad fue presionada para que abortara a su hija Jaimie, cuando a las 20 semanas de embarazo se detectó que tenía líquido en el cerebro y podría nacer con alguna discapacidad.
"Con toda honestidad, aunque dejamos muy claro que el aborto no era una opción para nosotros, nos lo ofrecieron 15 veces. Realmente nos presionaron y parecían querer que abortáramos", indicó Emma a la BBC.
Emma señaló que no podía imaginar "acabar con la vida de su hija con una inyección en el corazón para evitar que latiera, el método de aborto que se recomienda después" de los cinco meses de embarazo, especialmente cuando su hijo Logan se encontraba esperando una cirugía por haber nacido con un problema en el corazón.
"Nos inspiró a tomar la decisión correcta. Decidimos seguir adelante y a esperar lo mejor", agregó.
Los médicos volvieron a recomendar el aborto a Emma cuando a las 32 semanas de embarazo una prueba mostró que la bebé en su vientre tenía síndrome de Down.
"A las 38 semanas, los médicos dejaron muy, muy, muy claro que si cambiaba de opinión en la mañana del parto les avisara, porque no era demasiado tarde", relató. "Me dijeron que hasta que mi bebé no empezara a descender por el canal de parto, aún podía abortar", agregó.
Jaimie nació con síndrome de Down y ahora, cinco años después, es la "mejor amiga" de su hermano y asiste a una escuela normal, "donde está por delante de algunos de sus compañeros en lectura".
"Cuando recibimos el diagnóstico, estaba preocupada por su futuro. Sin duda, a medida que envejezca se encontrará con algunos desafíos, pero continuamente demuestra que no debe ser subestimada", agregó.
Pensó en darlo en adopción
Otro caso es el de Nicola Enoch, que estaba eufórica cuando nació Tom, pero el pequeño fue diagnosticado con síndrome de Down.
"Sentí una completa y absoluta desesperación. Quedé devastada", indicó a la BBC. "No me ofrecieron absolutamente ningún apoyo para cuidarlo", agregó.
Los médicos le indicaron que su hijo no sería normal, lo que provocó que Nicola se distanciara del pequeño y pensara en darlo en adopción.
"Estaba muy triste por el bebé que había esperado y aterrorizada por el futuro, y de hecho me preguntaba si sería mejor para todos nosotros si Tom no sobrevivía", lamentó.
Tuvo que pasar más de un año para que Nicola pueda restablecer el vínculo con su hijo, pero ahora ella se pregunta "¿Qué tiene de malo que tenga síndrome de Down?".
A los 16 años, Tom es un alumno de educación general, fan del equipo de fútbol West Bromwich Albion, "disfruta del golf, el esnórquel y el kayak, y espera conseguir un trabajo y casarse".
"Estoy aterrorizada con la idea de que podría haber terminado con la vida de Tom. Me hicieron creer que tendría un impacto negativo en nuestras vidas, pero las ha enriquecido y sin duda somos mejores personas por tenerlo", agregó Nicola.
Ahora, la madre de Tom dirige la organización "The Ups and Downs", "que apoya a más de 70 familias, y ha creado un sitio web llamado Positive About Down Syndrome".