Ante el anuncio del presidente Alberto Fernández de ingresar al Congreso un proyecto para legalizar el aborto en Argentina, el Arzobispo de la Plata explicó algunos de los argumentos que sostienen los defensores de la vida y que desmontan calificativos como "medievales", "atrasados" o "antiderechos" que son lanzados por los promotores del aborto.

En una columna titulada "Aborto: ¿quién es más medieval?", publicada en Infobae el 21 de noviembre, Mons. Víctor Manuel Fernández, dijo que "es llamativo que quienes defienden el valor de la vida humana desde la concepción sean tratados de medievales", ya que, en realidad "ocurre lo contrario". Eliminar una vida con el aborto "es algo más que arrancar una planta", aseguró el Prelado argentino.

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"La vida de cada ser humano está llamada a ser una misión, a dejar un mensaje, a producir algo nuevo en el mundo. Quienes han tenido en su familia una persona discapacitada saben bien que ella ha dejado una marca, más allá de sus límites. Si toda vida humana tiene una misión, esto no vale solo para Gandhi, para Picasso o para Ana Frank, sino para cada ser humano que se va gestando lentamente en el seno de su madre", explicó. 

En ese contexto, Mons. Fernández aseguró que "ninguna vida humana es inútil, nadie es innecesario". "Hay algo que todavía no se cumplió mientras esté ese niño gestándose. Por eso no es un tema menor que se interrumpa su misión en esta tierra, que se lo arranque antes de que esa misión sea cumplida", dijo.

"El valor inmenso e inviolable de cada persona humana va más allá de toda circunstancia, y queda en pie por encima de cualquier contexto. Esa dignidad no es mayor o menor por las capacidades que posea, por su modo de vivir la sexualidad, por su lugar de nacimiento, por sus ideas o su ética, por su desarrollo mayor o menor, por la etapa en que se encuentre, si está en el cuarto mes o en el octavo", precisó.

Para responder la pregunta: ¿Quiénes son más medievales?, Mons. Fernández recordó que es la genética, unos de los argumentos más utilizados por los provida, la que demuestra que, "más allá de su progresivo desarrollo, desde la concepción se tiene la misma secuencia de ADN que poseerá ese ser humano adulto". 

"El embrión posee un ADN único y sus secuencias –aún con posibles variaciones– se mantendrán al nacer y durante toda su vida. Por esto el análisis genético de cada embrión permite conocer mucho sobre el futuro de la persona, y la ciencia puede leer la totalidad de la secuencia genética del ADN de un sujeto mucho antes de su nacimiento", explicó acerca de la base científica del argumento provida.

El Prelado dijo que no es posible sostener que la vida "no vale lo mismo a los tres meses de gestación, a los siete meses o después de nacer". "¿Qué valor daríamos entonces a los ya nacidos que, de todos modos, tienen un desarrollo menor al resto? ¿No se introduce así una lógica perversa en el pensamiento social? De hecho, en varios países con aborto legal, más del 90% de los niños con Síndrome de Down son abortados luego de la realización de estudios prenatales", agregó.

 

En ese sentido, subrayó que "la costumbre de establecer grados de distinto valor entre los seres humanos de acuerdo con sus características, capacidades o desarrollo, ya ha llevado a las peores aberraciones".

En otro punto rechazó que la defensa de la vida sea una "cuestión de fe" que se impone "a los no creyentes", ya que "entre los contrarios al aborto podemos mencionar ateos como Nat Hentoff, agnósticos como Tabaré Vázquez, budistas como el Dalai Lama, hinduistas como Mahatma Gandhi, feministas protestantes como Sarah F. Norton o Alice Paul, y también católicas como la Madre Teresa de Calcuta".

"Las verdaderas presiones no son del Vaticano, sino de los poderes internacionales que hace décadas están avanzando en la colonización cultural de los países pobres para reducir la natalidad a cualquier precio. No estoy imaginando conspiraciones fantasiosas, porque es información constatable. Basta mirar lo que exige el Banco Mundial para determinados préstamos, ya que los condiciona al cumplimiento de ciertas exigencias sobre 'salud reproductiva'", recordó Mons. Fernández.

Para el Arzobispo de La Plata, la protección de la vida es una "defensa hasta el fondo de los grandes derechos humanos".

"La sola sospecha de que un embrión es un ser humano bastaría para que deba ser defendido, aunque esté en una etapa de desarrollo. De hecho, la Convención sobre los derechos del niño entiende por niño 'todo ser humano desde el momento de la concepción'", recordó.

Respecto al sentir de la mayoría de argentinos respecto al aborto, Mons. Fernández dijo que según los sondeos en los últimos años, "indican que aproximadamente la mitad de la población estaría de acuerdo con una legislación de interrupción del embarazo, pero sólo en dos situaciones muy acotadas: violación y riesgo de vida para la madre".

"Los proyectos que se quiere imponer ahora, sin embargo, no van en esta línea acotada. En la práctica introducen de hecho el aborto libre. Habilitan a abortar no solo a las mujeres pobres que han sido violadas o corren riesgo de muerte, sino a todas y con cualquier excusa", advirtió.

También le llamó la atención "que se hable de un debate democrático, cuando en realidad el proyecto que se envía ahora es básicamente igual al de 2018, y lo agrava en cuanto facilita aún más los abortos clandestinos, agrega amenazas penales al equipo de salud, es más confuso con respecto al consentimiento informado, complejiza la objeción de conciencia, etcétera".

"¿Para qué sirvió tanto debate si parece que es solo un trámite?", preguntó.

En ese contexto, el Prelado señala que "legalizar el aborto es mucho más que despenalizar". 

"El problema es que se empieza hablando de las mujeres pobres, o de algunas situaciones críticas, y se termina con un proyecto de aborto para que las ricas puedan abortar elegantemente por cualquier motivo. En esta ensalada, quienes dicen que el embrión es sólo un grano o un puñado de células sin valor, pretenden estar representando a la mayoría de la sociedad".

Respecto al argumento de que el aborto debe legalizarse por motivos de "salud pública" y "como si fuera la mayor urgencia actual de la Argentina", el Prelado aseguró que las principales urgencias "son otras".

"En nuestro país, en 2016, las muertes por aborto fueron sólo el 17,5% de las muertes maternas. El año siguiente fueron menos todavía (12%). Dentro ese porcentaje reducido, algunas muertes están relacionadas con abortos espontáneos, otras con enfermedades previas que hacen eclosión en el parto (lo que posiblemente sucedería también en el caso de un aborto legal), con lo cual el porcentaje es todavía menor", dijo.

Luego, agregó: "El otro 80% de muertes maternas no se debe a abortos sino a desnutrición de la mujer, enfermedades no tratadas, suicidios, agresiones recibidas, problemas relacionados con la pobreza, falta de higiene de su hogar, etcétera. ¿Hemos resuelto las causas de ese 80% de muertes maternas? Si realmente hubiera pasión por la salud pública ¿por qué no se empieza por resolver ese 80 % de los casos para después analizar lo que ocurre con el aborto?".

Mons. Fernández señaló que la última información, del año 2018, según el propio Ministerio de Salud en su síntesis estadística sobre "natalidad y mortalidad", indica que en ese año hubo 257 muertes maternas.

"De ellas sólo el 13% (33 mujeres) se debieron a abortos. Pero este mismo documento del Ministerio de Salud afirma textualmente en su página 17 que desde 2005 'las muertes por embarazo terminado en aborto se han reducido en un 62%' (¡!). No hizo falta legalizar el aborto para producir esa importante reducción. Mirando estos datos duros, ¿cuál es entonces la urgencia febril de una ley abortista?", se cuestionó.

Mons. Fernández mencionó las incoherencias de "los planteos abortistas", pero también "algunos de los sectores provida".

"Por ejemplo, cuando defienden la vida de los no nacidos pero no cuidan con la misma pasión la vida de los ya nacidos y la dignidad de los pobres. O cuando lo hacen con palabras pero no se embarran para dar una mano concreta a las mujeres que se sienten forzadas a abortar en situaciones de pobreza o soledad", recordó.

No obstante, puso de ejemplo la actitud del Papa Francisco, quien no solo "defiende a los niños no nacidos", sino también se "pone al lado de los otros descartados de la sociedad aunque eso le traiga problemas".

"Es una defensa de la vida sin fisuras, con una coherencia que los demás no podemos mostrar de la misma manera", añadió.

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