En una conferencia ofrecida en la Universidad de Córdoba (UCO), el Arzobispo de Sevilla, Cardenal Carlos Amigo Vallejo, manifestó que olvidar las raíces cristianas de Europa en la futura Constitución de la Unión “significa eludir quiénes somos y lo que la Iglesia ha significado en este contexto”.
Durante su intervención -parte del ciclo organizado por la UCO “El proyecto de Constitución Europea: Religión, Democracia y Valores”-, el Cardenal Amigo Vallejo sostuvo que la educación y la universidad, los valores y la dignidad humana fueron algunas de las aportaciones que el cristianismo ha hecho a la civilización europea, y recordó cómo la Iglesia “en multitud de ocasiones ha protagonizado la pacificación de países en guerra y la democratización de estados que eran totalitarios”.
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A juicio del Purpurado, las referencias cristianas de Europa han sido recibidas “con indiferencia e incluso desdén por parte de algunos sectores quienes enarbolan conceptos como el de neutralidad de los estados o laicidad como si fueran excluyentes y no incluyentes”.
En su disertación, el Cardenal Amigo Vallejo manifestó la confusión que en estos días ofrece el concepto de globalización “del que todo el mundo habla pero nadie explica”.
Para el Cardenal, experto en cultura islámica, la globalización es una “gran conquista social que, sin embargo, abre más la brecha y la diferencia entre pobres y ricos, norte y sur”.
En su opinión, los criterios geográficos y económicos sobre los que se está construyendo Europa potencian “la imposición de la cultura del poderoso”. Por ello, abogó por el diálogo, la comprensión y el respeto “como claves para resolver las diferencias”.
Por otro lado, la polémica surgida en algunos países como Francia o Alemania por los signos religiosos externos también ocupó parte de la disertación del Arzobispo, quien afirmó que “nunca he estado de acuerdo con que el mejor remedio para quitar el dolor de cabeza es cortar la cabeza”.
En este sentido insistió en el respeto, diálogo y aceptación de los demás como primer paso para la convivencia pacífica. Por ello, reclamó una “recuperación de los valores que ha perdido Europa”.